La tortuga morrocoy está catalogada como especie vulnerable, tanto por el Libro Rojo de Reptiles de Colombia como por la Resolución 126 de 2024 del Ministerio de Ambiente.
La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) logró el rescate de una tortuga morrocoy (Chelonoidis carbonarius) que permanecía como mascota en zona urbana del municipio de La Mesa. El operativo fue adelantado por la Unidad Integrada de Gobernabilidad Ambiental (UIGA) con apoyo de la Policía Nacional y el equipo técnico de la dirección regional Tequendama.
Durante la diligencia, las autoridades sorprendieron en flagrancia a una mujer que aseguró haber tenido a la tortuga en su poder por más de cuatro años. Aunque manifestó que el animal había llegado por sí solo a su vivienda, no contaba con ningún permiso de tenencia. Por esta razón, la CAR procedió al decomiso inmediato del ejemplar, trasladándolo al Centro de Atención y Valoración de Fauna Silvestre (CAV) en Tocaima para su rehabilitación.
Los biólogos que participaron en el procedimiento identificaron signos de mala nutrición, evidenciados en deformaciones del caparazón, lo que sugiere una dieta inadecuada. Esta situación es especialmente preocupante, dado que la tortuga morrocoy está catalogada como especie vulnerable (VU), tanto por el Libro Rojo de Reptiles de Colombia como por la Resolución 126 de 2024 del Ministerio de Ambiente.
“La categoría vulnerable indica que esta especie enfrenta un alto riesgo de extinción en el mediano plazo, por lo que cada ejemplar debe permanecer en su hábitat natural”, señalaron voceros de la CAR. La tenencia ilegal no solo deteriora la salud del animal, sino que interrumpe su rol ecológico y los servicios ecosistémicos que brinda a su entorno.
La tortuga morrocoy es una especie terrestre distribuida desde Panamá hasta Argentina, con presencia en al menos 18 departamentos de Colombia. Su dieta omnívora incluye frutos, hojas, flores, semillas y hongos. Sin embargo, enfrenta serias amenazas por el tráfico ilegal, ubicándose como la tercera especie más traficada del país, debido a la demanda de su carne, huevos y al uso como mascota por creencias culturales.
“Las especies silvestres deben estar en su propio hábitat, prestando los servicios ecosistémicos por todo su ciclo de vida e interactuando con otras especies de flora y fauna de las cuales depende”, afirmó Emma Constanza Zúñiga, directora jurídica de la CAR.