Desde que comenzó esta nueva etapa de negociaciones, las expectativas de alcanzar una paz estable se han visto afectadas por la violencia persistente en algunas regiones del país.El reciente paro armado en el Chocó, decretado por el ELN, puso en riesgo la continuidad del proceso, luego de que tres personas murieron y 50.000 quedarán confinadas. Razón por la que la población exige respeto por el Derecho Internacional Humanitario (DIH) por parte de los actores armados.Estos hechos han generado una mayor presión sobre el Gobierno para mantener un equilibrio entre las concesiones y las exigencias en la mesa de negociación.Para analizar el presente y el futuro de las negociaciones, Juan Camilo Restrepo, exjefe negociador de paz, exministro y exsenador, entrega su visión sobre la crisis que vive la ‘Paz Total’.¿Cómo se puede analizar lo que ocurre en torno al proceso de paz con el ELN?Yo creo que ese proceso está sometido, o está sufriendo una profunda crisis, la más severa que haya sufrido desde que se instauró la mesa de negociación a comienzos de este Gobierno.No se ven salidas claras, y me parece que el Gobierno tiene que asumir una posición muy firme, trazar unas líneas rojas. Sentarse en una mesa de negociación no es otorgarles a los alzados en armas cualquier cosa que pidan, sino aquello que sea razonable de conformidad con la Constitución y la ley.Dadas las circunstancias ¿se está perdiendo el territorio? ¿Las mesas de negociación están permitiendo que se fortalezca la guerrilla y que se pierda terreno por parte del Gobierno en algunas zonas del país?Bueno, el propio ministro de Defensa, hace algunos días en el Congreso aceptó que el Estado colombiano está perdiendo soberanía y control sobre muchas partes del territorio nacional. Es el propio ministro de Defensa quien lo ha reconocido, para restablecer esta mesa se requiere entender que el Gobierno empiece por exigir algo muy elemental, pero que no lo ha exigido, es decir, que el ELN tiene que respetar el Derecho Internacional Humanitario, es una obligación que le incumbe con o sin cese el fuego.Desde los acuerdos de Ginebra de 1957 se exige el respeto al Derecho Internacional Humanitario (DIH) por parte de los alzados en armas que se sienten a negociar con un Estado legítimo, y ELN no hace más que violar el DIH.Cuando se da un confinamiento en el Chocó de más de 50.000 personas, que ya se ha derivado en unos focos de paludismo gravísimo, eso es violación del Derecho Internacional Humanitario.Cuando siembran minas antipersonales, violan el DIH, cuando siguen secuestrando violan el DIH, de manera que habría que comenzar por ser más firme el Gobierno y recordarles a estos señores, su deber ineludible de cumplir con el Derecho Internacional Humanitario.¿Cómo implementar esa mano firme y sacar a buen puerto las negociaciones, teniendo en cuenta los antecedentes con el ELN?Es que la vía de conceder, la vía de aceptarles todo lo que piden, así sea extravagante, no es el camino adecuado para encontrar la paz. El tono mismo en la mesa, las reglas claras, las líneas rojas tiene que comenzar por fijarlas el Gobierno. Negociar no es entregar todo lo que pida la contraparte, y ese es el principio elemental que parece haber olvidado este Gobierno.El ELN ya ha llegado a la desfachatez de decir, por ejemplo, por boca de Antonio García, que nunca entregará las armas, entonces para qué el proceso de paz, y esa afirmación absurda no ha sido controvertida por el Gobierno. Pretendiendo imponer condiciones para que los saquen de la lista GAO cuando son un grupo armado organizado, es decir, una serie de pretensiones que no puede aceptar el Gobierno de ninguna manera, ni tampoco manejar esto a través de mensajes confidenciales que luego, ante la fuerza de los hechos, termina revelándolos como fue el último episodio.Lo que se le propuso al ELN, para apaciguarlo, que negociaran el modelo económico colombiano con los empresarios y la sociedad civil, también es un despropósito, o cuando le reclama el ELN al Gobierno que no puede establecer diálogos regionales, cosa que el Gobierno, en ese sentido, sí lo hizo bien, prosiguiendo con los diálogos regionales.Es decir, se requiere una voz firme y un pulso claro para negociar no cualquier cosa y a cualquier costo, sino dentro de la Constitución y la ley. No se trata de tirar las llaves de la paz al mar, pero tampoco de negociar de cualquier manera.¿Qué hacer en este momento? Porque ni el Gobierno ni el ELN quieren sentarse de la forma que se deberían sentar a la mesa.Pues probablemente el ELN si quiera la paz, pero la paz que a él le conviene, la paz que a él le acomoda, no la que le conviene a la República de Colombia, y ese es el papel firme que tienen que hacerle conocer en la mesa de negociaciones, repito, los negociadores del Gobierno.De manera que yo veo que hay una gran crisis, pero una gran crisis que tiene dos causas, las pretensiones estrambóticas del ELN y a veces a menudo, la flojera del Gobierno en la mesa de negociación.Esa “política de negociación” ¿se puede convertir en algo contagioso en la política de la ‘Paz total’? Teniendo en cuenta que ya, incluso, las disidencias de Iván Márquez están solicitando que se levante la orden de captura contra él para continuar en en las negociaciones.Quiero recordar que son 9 negociaciones las que están en marcha, todas van mal. Los cese el fuego donde existen los reconocimientos que les ha hecho el Gobierno también son desproporcionados al propósito final.No ha promovido el Gobierno, como lo exigió la Corte Constitucional, una ley de sometimiento para poder tener un diálogo ordenado y jerárquico, de manera que uno ve desafortunadamente la ‘Paz Total’, sumida en un desorden, en una improvisación propia de este Gobierno, no solo en la de la paz, sino en muchos otros temas, y eso ha infectado toda la búsqueda de la paz, que de por sí es algo plausible, y deseable buscar la paz, pero repito, no a cualquier cosa.
Por: Víctor Castro Gómez