El presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, nombró al teniente general retirado Keith Kellogg como enviado especial de paz para Ucrania y Rusia, con el objetivo de liderar negociaciones destinadas a poner fin a la invasión rusa en Ucrania, que entra en su tercer invierno. Este nombramiento se produce en un momento crítico, con crecientes preocupaciones sobre posibles concesiones en el conflicto.
Kellogg ha defendido la necesidad de equilibrar la presión militar con la diplomacia, proponiendo en el pasado cesar la ayuda militar a Ucrania si Kiev no inicia negociaciones con Moscú. Su “plan de paz” incluye congelar las líneas del frente en su posición actual y retrasar la adhesión de Ucrania a la OTAN a cambio de garantías de seguridad verificables. Sin embargo, estas propuestas han generado críticas, especialmente por el riesgo de comprometer la soberanía ucraniana.
El general retirado ha argumentado que presionar para la incorporación de Ucrania a la OTAN podría descarrilar los esfuerzos de paz, advirtiendo que la guerra probablemente termine en un punto muerto con un alto el fuego en lugar de una victoria decisiva. Además, Kellogg destacó en entrevistas recientes que Occidente debe enviar un mensaje claro a Moscú sobre las consecuencias de una escalada nuclear, insistiendo en la necesidad de un enfoque firme frente a Rusia.
Este nombramiento señala un cambio en la estrategia diplomática de la futura administración de Trump, que busca reducir el compromiso militar directo de Estados Unidos mientras intenta mantener su influencia en el conflicto. La efectividad de estas negociaciones dependerá de la respuesta de las partes involucradas y de la comunidad internacional.
Por: Alfredo Vidal