La policía georgiana recurrió nuevamente al gas lacrimógeno y cañones de agua para dispersar a los miles de manifestantes que se congregaron en el centro de Tiflis en la tercera noche consecutiva de disturbios.
La protesta fue organizada por grupos opositores que rechazan la decisión del gobierno de congelar hasta 2028 las negociaciones de adhesión de Georgia a la Unión Europea.
El mitin, como los de las noches anteriores, culminó en violentos enfrentamientos entre los manifestantes y las fuerzas antidisturbios, que ya habían detenido a más de 100 personas durante los días previos. Algunos manifestantes levantaron barricadas cerca del Parlamento, y se produjeron incidentes como el lanzamiento de bengalas contra el edificio, lo que provocó un incendio que fue rápidamente controlado.
La situación se intensificó cuando las fuerzas de seguridad detuvieron a varios manifestantes que se acercaron a los cordones policiales.
El Servicio de Seguridad del Estado (SSE) de Georgia informó que está investigando un “posible plan de derrocamiento violento” del gobierno y advirtió que este delito podría acarrear hasta ocho años de prisión. En respuesta a las protestas, el primer ministro Irakli Kobajidze acusó a los “radicales y sus patrocinadores extranjeros” de intentar provocar disturbios e implementar el “guion del Maidán” en Georgia.
Según Kobajidze, el país no permitirá la “ucranización” de su política y sostuvo que Georgia cuenta con instituciones fuertes y un pueblo que no permitirá que su soberanía sea quebrantada.
La situación sigue siendo tensa, mientras el gobierno de Georgia enfrenta una creciente presión internacional y doméstica por su decisión de retrasar el proceso de adhesión a la UE, lo que sigue alimentando la protesta en las calles de la capital.
Por: Alfredo Vidal