Las redadas del ICE y el despliegue de la Guardia Nacional desatan una ola de disturbios, con más de 30 ciudades bajo tensión.
Estados Unidos enfrenta una de las jornadas más tensas del año, tras la intensificación de los operativos de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) y la orden del presidente Donald Trump de desplegar la Guardia Nacional en puntos neurálgicos como Los Ángeles, Chicago, Nueva York y Houston. Hasta el momento se reportan más de 560 detenidos, múltiples enfrentamientos violentos y toques de queda en al menos ocho estados.
En el centro de Los Ángeles, uno de los epicentros de las protestas, la secretaria de Seguridad Nacional, Kristi Noem, defendió la intervención federal afirmando que “no nos iremos. Vamos a liberar esta ciudad de liderazgos socialistas que han hecho del orden algo secundario”. La funcionaria aseguró que los operativos se ejecutan con órdenes judiciales y como respuesta a “resistencia organizada” por parte de grupos radicales.
El fiscal federal Bill Essayli también respaldó la operación, señalando que “presentaremos cargos y terminarán en prisión federal. Como dijo el Presidente: si escupen, respondemos… y con un delito grave”. En paralelo, el despliegue de tropas federales ha sido cuestionado por varios líderes locales, luego de que el senador demócrata Alex Padilla fuera retirado esposado de una rueda de prensa, pese a haberse identificado como congresista.
La alcaldesa de Los Ángeles, Karen Bass, expresó su preocupación por el “exceso de fuerza” y reiteró que “la seguridad no puede imponerse al costo de los derechos civiles”. Hasta ahora, las protestas continúan en al menos cinco puntos de la ciudad, mientras organizaciones defensoras de migrantes anuncian nuevas movilizaciones bajo el lema “No Kings” para el fin de semana.