Tras el cese del fuego con Irán, ciudadanos israelíes exigen al primer ministro Netanyahu priorizar la paz, el regreso de los rehenes y respuestas por las fallas del pasado.
La presión social en Israel se intensifica. Luego del reciente alto al fuego con Irán, miles de ciudadanos han salido a las calles para exigir el fin de la guerra en Gaza. Las demandas se centran en la necesidad de una salida negociada que permita el regreso de los rehenes, la reconstrucción de la confianza nacional y el cierre definitivo de una etapa marcada por el dolor y la incertidumbre.
Durante los 12 días de confrontación con Irán, Israel recibió respaldo militar de Estados Unidos, que facilitó una ofensiva sobre instalaciones estratégicas del régimen iraní. Aunque la tregua pactada el 24 de junio fue celebrada como un logro diplomático, no ha logrado calmar el creciente malestar interno.
Las recientes movilizaciones ciudadanas, que incluyeron a familiares de rehenes y víctimas del conflicto, reclaman acciones políticas inmediatas que prioricen la vida humana por encima de los objetivos militares. Figuras como Gil Dickman, exrehén convertido en activista, se han convertido en emblemas de este movimiento que exige paz y reconciliación.
Incluso voces del espectro político, como el ex primer ministro Naftalí Bennett, han planteado la necesidad de un gran acuerdo nacional que cierre la etapa de confrontación y abra espacio al diálogo y a la reconstrucción social. Encuestas recientes revelan que el 60 % de los israelíes apoyan el cese de la guerra en Gaza, mientras solo un 24 % respalda la continuidad del primer ministro Benjamin Netanyahu en el poder.
La crisis también ha reactivado el debate sobre las responsabilidades del 7 de octubre de 2023, fecha del ataque de Hamás que desató la escalada militar. El reclamo ciudadano no solo apunta al cese de las hostilidades, sino a una transformación del liderazgo político, al que acusan de fallar en la protección de la población y de mantener un rumbo que aleja la posibilidad de paz.
Mientras la comunidad internacional observa con atención, Israel vive un momento crucial en el que la movilización ciudadana podría marcar el inicio de un nuevo capítulo en su historia política y humanitaria.