Estados Unidos anunció el levantamiento de sanciones a Siria tras la caída de Bashar al-Assad, condicionado a una futura normalización de relaciones entre Damasco e Israel y su adhesión a los Acuerdos de Abraham.
En un giro diplomático histórico, el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, sostuvo una reunión con el nuevo mandatario interino de Siria, Ahmed al Shara, durante la cumbre del Golfo en Riad. En el encuentro, Trump anunció oficialmente el levantamiento de las sanciones económicas que pesaban sobre Siria desde 2011, condicionado a que el nuevo gobierno normalice relaciones con Israel y se una a los Acuerdos de Abraham.
Este acercamiento ocurre semanas después de confirmarse la caída del régimen de Bashar al-Assad, hecho que, según declaraciones del expresidente Joe Biden, fue posible por el debilitamiento de los apoyos rusos e iraníes y por los golpes estratégicos conjuntos entre Israel y Ucrania. “No fue una coincidencia, sino resultado de una política clara de contención y presión sostenida”, afirmó Biden desde Washington.
La respuesta desde Teherán no tardó. El líder supremo de Irán, Ali Jamenei, calificó la caída de al-Assad como una operación encubierta liderada por Washington y Tel Aviv. “Es un plan conjunto. Siria ha sido víctima de una agresión política y militar extranjera”, expresó en un mensaje televisado.
Trump, por su parte, señaló que el restablecimiento de relaciones con Siria permitirá reconstruir la estabilidad regional y avanzar en una nueva arquitectura de paz en Oriente Medio. Aun así, el presidente interino al Shara enfrenta desafíos internos, ya que amplios sectores de la sociedad siria rechazan cualquier acercamiento a Israel sin una solución clara sobre la ocupación de los Altos del Golán.
La cumbre, auspiciada por Arabia Saudita y Turquía, también sirvió para trazar una hoja de ruta que incluiría inversiones para la reconstrucción siria y un eventual retorno a la Liga Árabe. Analistas consideran que este nuevo escenario podría redefinir el equilibrio de poder en Oriente Medio y aislar aún más la influencia iraní en la región.