El festival se convierte en un punto de encuentro donde la música, la gastronomía y el turismo se mezclan con la esencia más profunda del territorio cundinamarqués.
Los artesanos del departamento encuentran un escenario ideal para compartir su talento, su creatividad y la riqueza cultural que encierran sus productos. Más que un festival, es una celebración de las raíces, de las manos que moldean la historia a través de la cerámica, el tejido, la madera, el cuero y otras técnicas ancestrales que dan vida a la identidad cundinamarquesa.
Entre esos artesanos se encuentra Mateo Barbosa, fundador de HUCA Marroquinería, un taller ubicado en Madrid, Cundinamarca, donde el cuero cobra vida y se transforma en piezas únicas. Cada bolso, billetera o accesorio que sale de sus manos cuenta una historia de tradición, identidad y dedicación. En su trabajo, Mateo plasma no solo su talento, sino también el amor por su tierra y la inspiración que encuentra en sus paisajes y en su gente.
Para él, participar en el Cundinamarca Fest va mucho más allá de mostrar sus productos. Es una oportunidad para conectar con otros artesanos, aprender, crecer y fortalecer la comunidad creativa del departamento.
“Estas vitrinas nos ayudan a crecer, conseguir clientes y mostrar lo que hacemos con pasión”, comenta Mateo, con la satisfacción de quien ha encontrado en su oficio un propósito y una forma de mantener viva la tradición.
HUCA Marroquinería se ha convertido en un símbolo de calidad y autenticidad. Su elegancia hecha en cuero, con sello 100 % cundinamarqués, refleja la fuerza, la historia y la calidez de un pueblo que sigue apostando por su cultura. A través de iniciativas como el Cundinamarca Fest, se impulsa la economía creativa y se reconoce el papel fundamental de los artesanos en la construcción de identidad y desarrollo sostenible.
 
				 
															 
															 
				








