La guía internacional Taste Atlas ubicó a Colombia en el puesto 25 del ranking mundial de gastronomía, destacando la diversidad de sabores, olores y texturas que reflejan su riqueza cultural.
Este reconocimiento, y cientos más, se han visto empañados por una crisis económica que ha afectado al sector de manera devastadora, sobre todo después de una pandemia que destruyó 48 mil establecimientos y 80 mil puestos de trabajo.
Los 48 meses siguientes no han sido mejores: el aumento constante de los costos de operación, donde la inflación en este sector duplica la promedio nacional, los márgenes de ingreso y la difícil sostenibilidad de los negocios reflejan la grave situación del sector, que no aguanta una carga impositiva adicional.
Desde el semestre anterior, las organizaciones gastronómicas, de bares y restaurantes han estado buscando en el Congreso un alivio vital, el cual está incluido en el artículo 29 del PL 299/24 Cámara, que propone un descuento transitorio del Impoconsumo para contener el cierre de restaurantes, que el año pasado alcanzó los 2.800 establecimientos. Cifra que, aunque no comparable con la situación de pandemia, encendió una alarma.
Este impuesto, sumado al aumento en los arriendos, los servicios públicos, el costo de los alimentos, la carga prestacional y los gastos fijos independientes a la venta diaria, ha hecho que los precios se vean reflejados en las cartas para el consumidor final, quienes ya no ven atractivo salir a comer a un restaurante.
Pero el sector no solo está asfixiado por los costos; también lo está por los altos niveles de inseguridad, especialmente en las ciudades capitales, donde el crimen organizado no da tregua. A esto, en la capital colombiana, se suma otro factor: los cortes de agua por el plan de racionamiento del distrito, que obliga a los establecimientos a cerrar y cruzarse de brazos en estas fechas.
El presidente de ACOGA, Asociación Colombiana de Gastronomía, Guillermo Henrique Paris, quien desde distintos sectores y agremiaciones ha luchado por protegerlos, asegura que “si bien el Impoconsumo es necesario para la economía del país, este debe ser suspendido de manera temporal, para evitar enfrentar una ola de cierres y despidos masivos que tendrían consecuencias devastadoras para la economía y la sociedad colombiana en su conjunto.”
La sartén la tienen en las manos el Congreso y el Gobierno Nacional, ya que, de ser aprobado este alivio tributario, los restaurantes podrían oxigenarse y tener una oportunidad para seguir generando empleo y continuar mostrando al mundo las riquezas gastronómicas de nuestro país.