El Gobierno chino anunció que impondrá, a partir del 10 de abril, un arancel adicional del 34% a todas las importaciones provenientes de Estados Unidos.
Esta medida es una respuesta directa a la reciente decisión del presidente estadounidense, Donald Trump, de imponer aranceles similares a productos chinos, elevando las tensiones en la actual guerra comercial entre ambas naciones.
Además de los aranceles, Pekín incluirá a 11 empresas estadounidenses en su lista de “entidades no confiables”, acusándolas de cooperar en ventas de armas a Taiwán, lo que, según China, perjudica su soberanía y seguridad nacional. Esta designación podría restringir las operaciones de estas compañías en el mercado chino y limitar sus relaciones comerciales con empresas locales.
Asimismo, China anunció restricciones a la exportación de productos de doble uso civil y militar a 16 empresas estadounidenses vinculadas a los sectores de defensa y seguridad, argumentando preocupaciones sobre la proliferación y la seguridad nacional. Estas acciones reflejan una intensificación en las represalias comerciales y podrían afectar significativamente a las industrias tecnológicas y de defensa en Estados Unidos.
Estas medidas resaltan la creciente escalada en las disputas comerciales entre Estados Unidos y China, con potenciales repercusiones en la economía global y en las cadenas de suministro internacionales. Analistas advierten que, de continuar esta tendencia, podrían verse afectados diversos sectores económicos y aumentar la volatilidad en los mercados financieros.