Ubicada en un entorno natural privilegiado, la Granja Derracamandaca se consolida como un referente de turismo rural y educación ambiental, donde los visitantes viven una experiencia auténtica de conexión con la tierra y la cultura campesina.
En medio del verde paisaje colombiano, Derracamandaca ofrece una propuesta única que combina descanso, aprendizaje y tradición. Más que una simple visita, el lugar invita a redescubrir la vida rural a través de experiencias que promueven el respeto por la naturaleza y el valor del trabajo campesino.
Con actividades diseñadas para todas las edades, la granja brinda un enfoque teórico-práctico y vivencial que acerca a los visitantes al conocimiento del campo. Entre sus principales atractivos se destacan la caminata al Cerro Perdido, recorridos guiados por la granja y talleres de elaboración de amasijos en horno de leña, trabajo con arcilla, lombricultivo, tejido con lana de oveja y cultivo en huertas orgánicas. También se puede participar en experiencias como la pesca artesanal o el ordeño, que fortalecen el vínculo con los saberes ancestrales.
El espacio cuenta además con zonas de camping y un restaurante campestre que resalta los sabores típicos de la región, ofreciendo un ambiente ideal para compartir en familia o con amigos mientras se disfruta del aire puro y los paisajes verdes.
Omar Ricardo Vanegas, director de la granja, explica que el propósito del proyecto va más allá del turismo: “Queremos que cada persona que venga a Derracamandaca se lleve más que una experiencia; buscamos que se reconecten con lo esencial, que valoren el campo y aprendan de él con el corazón abierto”.
Gracias a su enfoque educativo, sostenible y comunitario, la Granja Derracamandaca se ha convertido en un destino imperdible para quienes buscan una experiencia auténtica, pedagógica y profundamente humana en el corazón del campo colombiano.