En el corazón de esta práctica se encuentra la carta astral, un mapa del cielo que captura la impronta estelar en el momento de nuestro nacimiento.Al igual que nuestras huellas dactilares, que son únicas en un mundo de más de 8.000 millones de personas, cada carta astral es singular, representando una “foto” del cielo que nos acompaña desde el primer aliento.El astrólogo actúa como un intérprete de esta simbología celeste, desentrañando la energía que quedó marcada en el instante de nuestro nacimiento. A través de este proceso, se nos ofrecen herramientas de vida que iluminan diversos aspectos de nuestra existencia, ya sean personales, económicos, familiares o afectivos.La astrología nos ayuda a identificar en qué ciclo de la vida nos encontramos, brindándonos claridad sobre momentos propicios para tomar decisiones cruciales. ¿Es este el momento adecuado para realizar una inversión? ¿Deberíamos considerar mudarnos al extranjero o quedarnos dónde estamos? Así, la astrología se erige como una guía para la toma de decisiones informadas, permitiéndonos navegar por la vida con mayor confianza.A lo largo de la historia, figuras influyentes como presidentes y emperadores han recurrido a astrólogos en busca de consejo, destacando el valor que esta disciplina puede aportar en situaciones clave. No se trata de adivinación o prácticas esotéricas como el tarot, sino de un estudio metódico de los astros y su influencia en nuestras vidas.En un mundo cada vez más caótico y acelerado, la astrología ofrece una oportunidad para pausar y reflexionar sobre nuestro camino. Nos invita a mirar hacia el cielo, a reconectar con lo que somos y a utilizar este conocimiento para tomar decisiones que reflejen nuestra autenticidad.Con cada ciclo que vivimos, la astrología nos recuerda que, aunque las estrellas puedan guiar nuestro viaje, somos nosotros quienes elegimos cómo avanzar en el vasto universo que habitamos.
Por: Evelin Salazar