Desde tiempos inmemoriales, las velas han sido testigos silenciosos de rituales, ceremonias y momentos de reflexión. En la penumbra de una habitación, el simple acto de encender una vela puede transformarse en un poderoso ritual de conexión con uno mismo y con el universo. Pero ¿qué es lo que realmente hace que las velas sean tan especiales?Las velas han acompañado a la humanidad en sus momentos más significativos. En culturas antiguas, eran utilizadas para rendir homenaje a los dioses, marcar el paso del tiempo y celebrar festividades.Cada vela, con su luz parpadeante, se convierte en un símbolo de esperanza, protección y purificación. Al encender una vela, no solo se ilumina el espacio físico, sino que también se abre un canal hacia lo espiritual.El poder de las velas radica en su capacidad para canalizar energías. La llama, que representa el fuego, simboliza la transformación y la purificación. La cera, al derretirse, refleja la fluidez del agua, recordándonos que las emociones también pueden cambiar y adaptarse.El aire, necesario para la combustión, representa el pensamiento y la mente. Finalmente, la estructura física de la vela, hecha de materiales naturales, conecta con la tierra, el elemento de la estabilidad.Cada color de vela lleva consigo un significado único. Encender una vela se convierte en un ritual personal. Al hacerlo, se establece una intención clara: atraer amor, buscar claridad, manifestar abundancia o simplemente encontrar paz interior.Este acto simple se transforma en un momento sagrado, donde la persona se sumerge en la meditación y la visualización, sintiendo cómo la luz de la vela disipa las sombras de la duda y el miedo.Cada vez que se enciende una vela, se abre un espacio para que la magia fluya, creando un puente entre lo tangible y lo etéreo.
Por: Evelin Salazar