Una acción prioritaria para garantizar la seguridad de la comunidad educativa y el mejoramiento de las condiciones escolares.
En el municipio de Girardot, la administración liderada por el alcalde Campo Elías Prada Ortiz continúa cumpliendo con compromisos que durante años habían sido ignorados. Esta semana iniciaron las labores de demolición del antiguo bloque del Colegio Nacional Francisco Manzanera, una estructura que durante mucho tiempo fue señalada por la comunidad como un riesgo permanente para la seguridad de estudiantes, docentes y personal administrativo.
El edificio, que permanecía en estado de ruina, había sido declarado no apto para uso educativo debido a fallas estructurales graves, filtraciones, grietas y un avanzado deterioro en sus bases. Sin embargo, hasta ahora no se había gestionado una solución definitiva, lo que mantenía en zozobra a las familias de los más de 1.300 estudiantes que conforman la comunidad educativa del colegio.
Gracias a la intervención decidida de la actual administración, se logró poner en marcha el proceso de demolición técnica controlada, que se realiza bajo estrictos protocolos de seguridad, con la supervisión de expertos en obra civil e ingenieros estructurales. Esta acción no solo mitiga un riesgo evidente, sino que también permite abrir camino a nuevas posibilidades de inversión en infraestructura educativa en el municipio.
“Este era un clamor de años. Hoy no solo estamos derribando muros peligrosos, estamos construyendo confianza, protección y dignidad para nuestros estudiantes. En Girardot, la educación no es un discurso, es una acción”, señaló el mandatario local.
Además de la intervención física, se están adelantando gestiones para formular proyectos de mejoramiento y reposición de infraestructura escolar, con el objetivo de que el Colegio Nacional Francisco Manzanera pueda contar con espacios modernos, seguros y acordes a las necesidades pedagógicas actuales.
La comunidad educativa ha recibido la noticia con satisfacción y esperanza, destacando que este tipo de acciones reflejan una voluntad clara de trabajar por la calidad de la educación y el respeto por los derechos de niños y jóvenes. La demolición también representa una oportunidad para replantear el uso de ese espacio, proyectando nuevas obras que respondan a la demanda educativa creciente del municipio.