El expresidente cuestionó el fallo que lo condena a 12 años de prisión domiciliaria y anunció apelación.
Este 1 de agosto, la jueza Sandra Heredia dictó una sentencia que marca un hito en la historia política y judicial del país: el expresidente Álvaro Uribe Vélez fue condenado a 12 años de prisión domiciliaria por los delitos de soborno en actuación penal y fraude procesal. La decisión, que aún no está en firme, generó una rápida reacción del exmandatario, quien cuestionó duramente la actuación de la jueza. “Aquí ha faltado más investigación, de la que me voy a quejar, que es una de las causas por las cuales ha predominado la política sobre el derecho para condenarme”, afirmó Uribe en una declaración pública.
La jueza Heredia hizo alusión durante la audiencia a la filtración anticipada del fallo y criticó la actitud de los hijos del expresidente. “Tengo entendido que alguno de los hijos del señor procesado, que no tuvieron la gallardía de venirlo a acompañar acá, sí hicieron publicaciones en contra de la suscrita”, declaró. Uribe no tardó en responder: “Decir que a mis hijos les ha faltado gallardía es una acusación muy grave. Ni mi señora ni mis hijos han tenido un solo comentario irrespetuoso sobre quien lo ha precedido”.
Para Uribe, los señalamientos no solo afectan su honra sino también el derecho al debido proceso. “En muchas ocasiones en este juicio la señora juez se refirió con animosidad a mi defensa, a mí también. Aquí no hubo respeto por nosotros. Aún los condenados tenemos derecho a que nos protejan los derechos humanos”, declaró. Y añadió con énfasis: “Nos trataron como equis, sin considerar que somos seres humanos”.
El proceso judicial que lo condena nació de un episodio ocurrido en 2012, cuando Uribe denunció al senador Iván Cepeda por supuestos ofrecimientos a testigos en cárceles. Sin embargo, la Corte Suprema archivó esa investigación y abrió una contra Uribe por presuntamente intentar manipular testigos a través de su abogado Diego Cadena. “El doctor Cadena, en su autonomía de abogado, que siempre he respetado, definía con quién se reunía o no. Temas tan importantes como ese jamás me los consultó”, dijo el expresidente.
Mientras su defensa prepara la apelación, los focos se dirigen hacia El Ubérrimo, la finca del expresidente ubicada en Córdoba. Allí ya estuvo recluido durante la pandemia por orden de la Corte Suprema, y no se descarta que vuelva a ser el lugar de su detención. Más que una propiedad rural, El Ubérrimo ha sido un símbolo de poder político, escenario de reuniones clave del Centro Democrático y punto neurálgico en su historia personal. Hoy, podría ser también el escenario de su encierro.