Visitar la Ruta de la Sal y descender 180 metros bajo tierra, en la majestuosa Catedral de Sal de Zipaquirá, es una experiencia única e inolvidable.
Este icónico lugar, reconocido como la primera maravilla de Colombia, combina historia, espiritualidad, arquitectura y aventura en un solo recorrido. Desde el momento en que se inicia el descenso, se siente una atmósfera mágica, donde el arte y la naturaleza se fusionan en un entorno sin igual.
Durante la visita, los turistas pueden explorar las distintas estaciones del viacrucis talladas en sal, la gran cúpula, el altar mayor y la impresionante cruz iluminada, que representa el corazón espiritual de la mina. Más allá de su carácter religioso y cultural, la Catedral ofrece una amplia variedad de actividades complementarias para todos los gustos. Hay espacios como el sauna natural, que utiliza el calor del subsuelo, y zonas de descanso, donde se encuentran cómodos restaurantes, cafés y heladerías que brindan una pausa perfecta para recuperar energía.
Para los amantes de las compras y los recuerdos especiales, dentro de la mina también se pueden adquirir joyas hechas con sal y otros minerales: piezas únicas que reflejan la riqueza del lugar. Otro atractivo imperdible es el Museo Egipcio, una exposición fascinante que mezcla historia antigua con el misterioso entorno subterráneo, generando una conexión sorprendente entre culturas milenarias. Todo esto convierte la visita en un recorrido multisensorial que va mucho más allá de lo visual.
Una de las experiencias favoritas de los visitantes es el tren de salida de la mina. Este pequeño recorrido en tren permite a los turistas disfrutar del paisaje subterráneo mientras regresan al mundo exterior de forma cómoda y divertida, cerrando con broche de oro un viaje que mezcla emociones, conocimientos y belleza natural. La Catedral de Sal de Zipaquirá no es solo un sitio turístico: es una vivencia transformadora que impacta tanto a grandes como a chicos.
Con un valor de entrada para turistas nacionales desde los 70 mil pesos, esta experiencia es altamente recomendada por quienes ya la han vivido. La organización, el servicio y la variedad de actividades la convierten en una parada obligatoria para quienes visitan Cundinamarca o desean conocer las maravillas escondidas bajo la tierra colombiana. La Ruta del Dorado y la Catedral de Sal son un tesoro que merece ser descubierto.