La obra artística, estrenada el 16 de julio, combina animación 3D y rodaje real para acercar a las comunidades a su identidad y memoria.
Un nuevo videoclip de 1:42 minutos, lanzado el martes 16 de julio, reinterpretó el himno oficial de Cundinamarca con imágenes de los 116 municipios, símbolos culturales y personajes históricos. La pieza, producida como homenaje audiovisual por los 212 años de independencia, busca fortalecer el sentido de pertenencia en habitantes de todas las edades a través de una narrativa emocional.
La dirección estuvo a cargo del cineasta Sebastián Díaz, quien integró más de 150 elementos del territorio en un recorrido simbólico. El video fue grabado en formato 4K, mezclando rodaje real, animación 3D, efectos visuales y técnicas narrativas no convencionales. El montaje se inspira en el estilo conceptual del videoclip Up&Up de Coldplay, adaptado a una poética local y única.
Fue desarrollado por el equipo interno de la Oficina de Prensa, sin contratar personal externo ni suspender labores habituales. La producción se realizó durante más de 20 días en campo y 400 horas de animación, edición y posproducción. El proceso incluyó herramientas de inteligencia artificial para recrear a Policarpa, Nariño y otros referentes históricos.
Participaron la Banda Sinfónica Juvenil y los tenores Mauricio Roldán y Danilo Jiménez, quienes marcaron el ritmo visual del clip. Cada plano fue diseñado para transmitir emoción, identidad y orgullo, logrando un crescendo constante con la música del himno. Las escenas muestran fauna, oficios, gastronomía y rostros reales que representan la diversidad del territorio.
El rodaje incluyó figuras como Egan Bernal y el creador de contenido El Borrego, en escenas simbólicas y surrealistas. Se utilizaron cámaras Sony FX3, drones DJI Mini 4 Pro y programas como After Effects y Final Cut Pro para la edición final. El resultado es un video pensado para ser visto varias veces, revelando nuevos detalles en cada reproducción.
La obra está disponible en plataformas digitales y se proyecta como recurso pedagógico y cultural en instituciones y espacios comunitarios. Propone una nueva forma de vivir y sentir los símbolos regionales, con una narrativa libre de solemnidad, como un puente emocional entre generaciones y un homenaje duradero al territorio, su historia y su gente.








