Sara Millerey fue brutalmente golpeada y arrojada a una quebrada en Bello, Antioquia. Y murió tras ser rescatada. Autoridades investigan.
El asesinato de Sara Millerey González, una mujer trans de Bello, Antioquia, ha causado indignación a nivel nacional e internacional.
La joven fue víctima de una agresión brutal el pasado viernes 4 de abril en el barrio Playa Rica. Según información de las autoridades, fue golpeada salvajemente hasta sufrir fracturas en sus extremidades y posteriormente arrojada a la quebrada La García, donde fue hallada en estado de indefensión, arrastrada por la corriente.
La imagen de Sara intentando resistir, con sus brazos y piernas rotos, le ha dado la vuelta al mundo a través de las redes sociales. Aunque fue rescatada y trasladada con vida al Hospital La María, falleció el 5 de abril debido a la gravedad de sus heridas y a la contaminación del agua.
Lorena González, alcaldesa de Bello, calificó el crimen como un “acto atroz y cargado de odio”.
En su pronunciamiento, destacó que la agresión fue un reflejo de la transfobia persistente en la sociedad. “Le quebraron sus sueños, su cuerpo, su vida. No fue solo un crimen, fue un acto transfóbico que nos duele y nos indigna”, expresó.
La Gobernación de Antioquia anunció una recompensa de hasta 50 millones de pesos por información que permita dar con los responsables del homicidio, el cual se investiga como un caso de homicidio agravado debido a la sevicia y violencia del ataque.
La vida de Sara no fue fácil. Según la Mesa Ciudadana LGBTIQ+ de Bello, desde adolescente fue víctima de abuso sexual por parte de un familiar. A temprana edad abandonó el colegio, enfrentó problemas de adicción y vivió en situación de calle. Aun así, intentaba construir su identidad y luchar por una vida distinta. El caso ha encendido las alarmas sobre la violencia contra personas trans en Colombia. Organizaciones sociales exigen justicia y piden que no haya más indiferencia ante estos crímenes de odio.
El asesinato de Sara Millerey deja al descubierto una realidad dolorosa que atraviesan muchas personas trans en el país: la violencia, la exclusión y la indiferencia. Su caso expone no solo la brutalidad del acto, sino además el silencio de quienes presenciaron su sufrimiento sin intervenir. Hoy, su nombre se convierte en un llamado urgente a no mirar hacia otro lado, a que la justicia actúe y a que la sociedad empiece a responder con humanidad donde antes hubo abandono.
Mientras tanto, las autoridades continúan con la búsqueda de los agresores y han intensificado los operativos en la zona donde ocurrieron los hechos.