El Pentágono denunció este jueves que dos aviones F-16 del régimen de Maduro sobrevolaron, de forma altamente provocadora, al destructor USS Jason Dunham en aguas internacionales.
Este incidente ocurre apenas dos días después de que EE. UU. ejecutara un ataque —que culminó en la muerte de 11 personas— contra una embarcación en el sur del Caribe atribuida al cártel Tren de Aragua, en una operación que Washington justificó como parte de su combate al narco-terrorismo. En redes sociales, el Pentágono advirtió que “el cártel que dirige Venezuela está advertido de no obstaculizar ni interferir con las operaciones antidrogas y antiterroristas”.
El USS Jason Dunham forma parte de una masiva flotilla estadounidense desplegada en el Caribe —que incluye varios destructores, un crucero, un buque anfibio y un submarino nuclear— en el marco de una estrategia de presión y disuasión contra redes de narcotráfico, con 4.500 militares involucrados. Ante esta presencia, el presidente Nicolás Maduro respondió anunciando la movilización de la Milicia Nacional y declarando máxima preparación para defender al país de lo que calificó como una amenaza imperialista.
El choque de acciones —de EE. UU. con ataques a embarcaciones y despliegue naval, y de Venezuela con vuelos militares y movilización de milicias— intensifica una guerra de señales cuyo futuro es incierto. En EE. UU., legisladores y expertos legales ya cuestionan la legalidad del ataque en aguas internacionales y advierten sobre la complejidad de una escalada inadvertida.