En El Tren de la Mañana quienes construyen paz son protagonistas. La soberanía alimentaria como un pilar fundamental para entender cómo se cultiva la paz desde lo más cotidiano: la tierra, los alimentos y las manos que las sostienen.
El escenario fue Cundinamarca Fest, un encuentro donde confluyen quienes siembran, producen y defienden la vida en los territorios. Allí, en un festival que no solo celebra la cultura campesina sino que la dignifica, abrimos un espacio radial que permitió que la voz de la tierra viajara por los micrófonos de El Dorado Radio para conectarse con la ciudadanía.
Como es costumbre, la radio y la paz se han convertido en un espacio para encontrar y exaltar a los protagonistas, en esta oportunidad dos mujeres se encontraron en la palabra. Dos historias distintas, pero unidas por una misma raíz, el campo como territorio de resistencia y de paz. Las protagonistas fueron Viviana Sandoval, nutricionista y magíster en Soberanía y Seguridad Alimentaria de la Universidad Nacional, y Andrea Chipatecua, productora rural de Chipaque e integrante de una asociación de mujeres campesinas que cultivan, transforman y sostienen su territorio desde la vida diaria.
Viviana, desde el camino académico, explicó que “la soberanía alimentaria es el derecho de las comunidades a producir lo que consumen. Es clave para la paz porque toca las raíces del conflicto: la tierra y la dignidad campesina”. Sus palabras dejaron claro que detrás de cada plato hay memoria, lucha y una relación profunda con el territorio. “Así se construye paz desde los territorios”, añadió Sandoval, y recordó que la paz no se decreta, se cultiva, igual que los alimentos. Por eso insistió en que los gobiernos locales deben comprometerse con acciones concretas como compras públicas locales, apoyo técnico y precios justos.
La voz de Andrea Chipatecua llegó desde otro paisaje, el de las manos que siembran. Desde el corazón de Agroecológicos de Chipaque, contó cómo su asociación de mujeres cultiva hortalizas, aromáticas y produce las tradicionales arepas de sagú. Sobre el papel de espacios como Cundinamarca Fest, afirmó que “estos espacios permiten visibilizarnos y sostener nuestros cultivos”. Para ellas, vender no es solo vender; es existir, permanecer y abrir camino para otras mujeres del campo.
Al final de esta edición de El Tren de la Mañana, quedó claro que la soberanía alimentaria no es un concepto abstracto, sino una práctica viva que conecta economía, cultura y paz. Entendimos que, así como la tierra necesita cuidado, los territorios necesitan decisiones justas y oportunidades reales para quienes los habitan.
Y así, entre testimonios, saberes y la fuerza de la voz campesina, este viernes confirmamos que la paz también se siembra, se riega y se cocina.








