La administración distrital tomó la decisión, que responde a la incapacidad de llenar los embalses al 70% de su capacidad antes de octubre, como estaba previsto, lo que ha obligado a las autoridades a tomar medidas adicionales para preservar el recurso y asegurar el abastecimiento en los próximos meses.
El alcalde destacó que, a pesar de los cambios, se mantendrá un control estricto sobre el consumo, con un monitoreo constante para desincentivar el uso excesivo del agua.
La administración local implementará ajustes tarifarios, penalizando a quienes excedan los límites establecidos, en un esfuerzo por fomentar un uso más racional del recurso. Según Galán, el objetivo sigue siendo una reducción sostenida en el consumo para evitar un desabastecimiento crítico.
Uno de los cambios más significativos anunciados es la modificación del calendario de racionamiento, que ahora se extenderá a ciclos de 18 días, con un día de descanso cada 9 días de restricciones.
Este nuevo esquema busca optimizar la distribución del agua, permitiendo que los ciudadanos tengan un breve respiro en sus actividades cotidianas mientras se mantiene el control sobre el uso del recurso.
La situación de los embalses, especialmente el de Chingaza, sigue siendo preocupante, lo que ha llevado a la administración a redoblar sus esfuerzos en campañas de concienciación ciudadana.
Galán enfatizó que solo mediante una reducción drástica en el consumo y una gestión eficiente de los recursos, Bogotá podrá evitar una crisis mayor en los meses venideros.
