La bonanza de cocaína que brota de las selvas colombianas tiene a dos organizaciones mafiosas de origen italiano en abierta competencia por asegurar la mayor cantidad de la mercancía y, al mismo tiempo, por controlar los puertos de destino en Europa.
Se trata de la Camorra, una centenaria cofradía que extiende redes globales desde Nápoles, y la 'Ndrangheta, el clan de clanes de la región de Calabria. En el último año, han sido capturados siete delegados de esos grupos, una frecuencia inusual que, según fuentes de Inteligencia consultadas, refleja un esfuerzo de la mafia italiana por aumentar su participación en el tráfico transnacional de droga producida en nuestro país.
La Camorra tuvo su origen en el siglo XVII, cuando la monarquía que reinaba en la región italiana de Nápoles descuidó los sectores más marginales, dejándolos en manos de la delincuencia. Se formaron así estructuras organizadas que implantaron un régimen de control ilegal que ha perdurado hasta nuestros días, adaptándose al devenir de las épocas.
Hoy, la Camorra funciona como una confederación de decenas de familias criminales, que conforman una especie de junta directiva para repartirse los territorios y negocios.
A Colombia llegaron en los años 80, de la mano de la Cosa Nostra, otra organización centenaria originaria de Sicilia, que entabló relaciones con el cartel de Pablo Escobar.
A medida que su estructura se fue debilitando por la persecución del FBI, Interpol y la Policía de Italia, los tentáculos de la Cosa Nostra languidecieron en Colombia. El escenario fue aprovechado por la Camorra, que heredó algunos de sus contactos, especialmente en Medellín. Por eso no es raro que las últimas dos capturas de sus delegados hayan sido en la capital antioqueña.
El pasado 21 de octubre, el general William Salamanca, director de la Policía, anunció la detención del italiano Gustavo Nocella, de 58 años y apodado "Ermes", quien era prófugo de las autoridades napolitanas. Según su expediente, coordinaba una completa logística que incluía el embarque de la cocaína en buques y veleros que salían del Caribe en la ruta hacia el puerto de Rotterdam, en Países Bajos; y de allí eran distribuidos a las plazas de destino por medio de camiones.
Según Salamanca, "Ermes" trabajaba para tres clanes de la Camorra: las familias De Micco, Rinaldi Formicola y Amato Pagano.
Se había establecido en la comuna de El Poblado, en el suroriente de Medellín, y cada tres meses cambiaba de apartamento para dificultar su persecución; sin embargo, tenía una debilidad: el billar.
En cada residencia que alquilaba, hacía llegar una mesa de este deporte para entretenerse en la soledad. Los policías de la Dijin instalaron un GPS en una de ellas y así encontraron su escondite.
A los cuatro días fue detenido el segundo camorrista, Luigi Belvedere ("el Colombiano"), de 32 años, quien se movía con el mismo modus operandi: alquilando múltiples apartamentos en El Poblado. También tenía un restaurante de pizzas gourmet en Cartagena, que le servía como fachada para viajar a la zona portuaria a coordinar la operación.
Cumplía la misma tarea que el billarista, aunque no solo vigilaba las rutas a Países Bajos, sino también a España, Alemania e Italia.
Las agencias internacionales lo encontraron por un craso error: se tomó una foto en la tumba de Pablo Escobar y la publicó en redes sociales.
Si bien las operaciones de la Camorra parecen estar creciendo en Colombia, la 'Ndrangheta tiene una incidencia "diez veces mayor en el negocio", según las fuentes consultadas. De hecho, Interpol calcula que es responsable de, por lo menos, el 60% de la cocaína que entra a Europa.
En Colombia construyeron sus redes a finales de los 90, con apoyo del cartel del Norte del Valle y los paramilitares, pero su verdadera incursión entre los pesos pesados de la cocaína se dio durante y después de la negociación de paz entre el Gobierno y las Farc. La desmovilización de esa guerrilla, que monopolizaba el 70% de los cultivos de coca, democratizó el acceso a la mercancía y la 'Ndrangheta aumentó el envío de sus delegados.
Entre 2013 y 2016 fueron detectados por la Policía Domenico Trimboli ("Pasqale"), Roberto Pannunzi ("Bebé") y Enricco Muzzolini, quienes coordinaban los despachos desde Medellín y Bogotá.
En noviembre de 2023 fue capturado en Barranquilla Massimo Gigliotti, de 55 años, quien al parecer supervisaba la ruta de tráfico desde allá hasta Milán; el 3 de febrero de 2024 cayó en Cali el traficante Pouya Mohmini, de nacionalidad alemana e iraní, que articulaba una ruta hacia Alemania; y el pasado 29 de octubre fueron arrestados en Villavicencio y Cartagena los colombianos César Hernández Caballero ("el Calvo"), José Méndez Caycedo y Haroll Miranda Castaño, presuntos operadores logísticos de otra ruta en la que enviaban contenedores contaminados con el estupefaciente al puerto de Gioia Tauro, en la provincia de Calabria.
Los principales socios de la mafia italiana en Colombia son "la Oficina" y el Clan del Golfo, dados los contactos e influencia que tienen en las zonas portuarias de Cartagena, Barranquilla y Urabá, los sitios preferidos por los europeos para embarcar la droga.
De hecho, el general Salamanca reveló un plan en el que estos dos grupos recibirían $3.000 millones para rescatar al camorrero Luigi Belvedere en Medellín. Al parecer, el extranjero fingiría estar enfermo para que lo sacaran de la celda, y camino al centro médico sería liberado a sangre y fuego por los sicarios paisas.
A diferencia de la Camorra, la 'Ndrangheta está explorando nuevos proveedores y zonas de despacho. Las recientes capturas del germano-iraní Pouya Mohmini y de los colombianos Hernández, Méndez y Miranda evidenciaron que estaban estableciendo contactos en Valle y Nariño con la disidencia de las Farc denominada Estado Mayor Central. Dicha alianza facilitaría el tráfico desde los puertos del Pacífico, como Buenaventura (Valle), Tumaco (Nariño) y Guayaquil (Ecuador).
Así mismo, se detectó que también se sacan alcaloides bolivianos y peruanos desde Argentina, Brasil y Paraguay. Además, tienen presencia fuerte en los puertos de Rotterdam (Países Bajos), Amberes (Bélgica), Gioia Tauro (Italia), Valencia (España) y Hamburgo (Alemania), donde reciben la mercancía para venderla en el resto de Europa.
A diferencia de lo que ocurre con los carteles mexicanos, la competencia entre la Camorra y la 'Ndrangheta no es sanguinaria. El mercado colombiano es tan grande, con sus 253.000 hectáreas de coca sembradas y una producción anual de 2.664 toneladas de cocaína, según la ONU, que no hay necesidad de pelear. Para los mafiosos italianos, el negocio es hoy más lucrativo que en los días en los que le compraban a Pablo Escobar.
El panorama no es alentador para la seguridad de Colombia, pues el dinero que invierten fortalece a los grupos armados locales y eso solo significa más armas, más atentados y más muertos en la tierra de la coca.
De acuerdo con documentos de Interpol, DEA y Europol, y las investigaciones periodísticas, en nuestro país se han detectado actualmente actividades de 19 grupos mafiosos extranjeros, provenientes de 16 países como México, Italia, Venezuela, República de Irlanda, Brasil, Líbano, España, Los Balcanes, Países Bajos y Marruecos.
A estas organizaciones se suman narcotraficantes independientes, intermediarios, transportistas y comisionistas de Ecuador, Perú, Panamá, Honduras, El Salvador, Guatemala, Costa Rica, República Dominicana, Alemania, Francia, Reino Unido, Israel, China y Australia, según los reportes de capturas de Interpol.