Georgia vive una oleada de manifestaciones por tercer día consecutivo, luego de que el gobierno anunciara la suspensión de las conversaciones de adhesión a la Unión Europea hasta 2028. Los ciudadanos denuncian retrocesos democráticos y exigen elecciones justas bajo observación internacional.

Las protestas comenzaron el jueves, cuando el partido gobernante, Sueño Georgiano, oficializó su decisión de postergar las negociaciones con la UE. En la capital, Tiflis, cientos de manifestantes salieron a las calles portando banderas de la Unión Europea, exigiendo transparencia y respeto por su voluntad soberana.

Durante la noche del viernes, la situación se intensificó con enfrentamientos entre manifestantes y la Policía, que utilizó cañones de agua y detuvo a más de 100 personas. Las autoridades también reprimieron a medios de comunicación, lo que ha sido condenado por organismos internacionales. La violencia tuvo como epicentro Rustaveli Avenue, en el centro de Tiflis.

El gobierno georgiano justificó su decisión argumentando presiones externas para desestabilizar al país. No obstante, la presidenta Salome Zourabichvili criticó al partido en el poder, acusándolo de llevar a Georgia hacia un modelo autoritario influenciado por Rusia. "Nos estamos alejando de nuestras aspiraciones democráticas", afirmó.

Por su parte, el Parlamento Europeo calificó las elecciones parlamentarias de octubre como manipuladas y condenó el retroceso democrático en Georgia. Legisladores europeos han pedido la repetición de los comicios y la imposición de sanciones al gobierno del país.

Estas manifestaciones benefician a la comunidad al visibilizar la lucha por un futuro democrático en Georgia y el rechazo a medidas que limitan las libertades civiles. Los ciudadanos buscan que su voz sea escuchada y que se garantice un camino hacia la integración europea, visto como un anhelo colectivo de progreso y libertad.