El cardenal Robert Francis Prevost Martínez, nacido en Chicago el 14 de septiembre de 1955, pero con una profunda trayectoria pastoral en América Latina, ha sido elegido como el nuevo pontífice de la Iglesia Católica, adoptando el nombre de León XIV.
Es el primer papa nacido en Estados Unidos, un país que hasta ahora nunca había ocupado la sede de Pedro, debido en parte al peso geopolítico que representa.
Prevost, de 69 años, ha sido una figura clave en el corazón del Vaticano. Desde 2023 se desempeñaba como prefecto del Dicasterio para los Obispos, el órgano responsable del nombramiento episcopal en todo el mundo, uno de los cargos más influyentes de la Curia romana. También presidía la Pontificia Comisión para América Latina, reflejo de su estrecha conexión con esa región.
Su perfil ha sido considerado por muchos como el heredero natural de la línea pastoral impulsada por el papa Francisco. Formado en Roma como doctor en Derecho Canónico, Prevost es miembro de la Orden de San Agustín, en la que llegó a ser superior general.
Su historia con América Latina comenzó muy pronto: tras ser ordenado sacerdote en 1982, fue destinado a Chulucanas, en el norte de Perú, donde inició su labor misionera. Durante más de tres décadas, Prevost consolidó una presencia sólida en la Iglesia peruana. Desarrolló labores formativas en Trujillo, donde también fue vicario judicial y docente. En 2015 fue nombrado obispo de Chiclayo, cargo que ejerció hasta su traslado definitivo a Roma. Desde 2018 fue vicepresidente de la Conferencia Episcopal Peruana, y en 2020 el papa Francisco lo nombró administrador apostólico del Callao.
Más allá de su nacionalidad, el nuevo papa ha sabido construir un perfil discreto, conciliador y marcadamente pastoral, alejado de las dinámicas eclesiásticas del poder estadounidense. Esta identidad, forjada en el sur global, ha contribuido a suavizar las reservas históricas del Colegio Cardenalicio frente a una elección norteamericana.
Prevost, considerado uno de los cardenales con más responsabilidades en la Curia romana, es miembro activo de al menos seis dicasterios. Su elección sugiere una continuidad con las reformas y el enfoque misionero impulsados por Francisco, así como un compromiso renovado con los desafíos pastorales de América Latina y el mundo.