Abu Mohamed al Jolani, líder de la rebelión islamista que derrocó a Bashar al Asad, afirmó que perseguirán a los responsables de las atrocidades cometidas durante el régimen. “No perdonaremos a quienes estén implicados en la tortura y eliminación de los presos”, declaró en un mensaje difundido por la televisora estatal siria. Miles de familias siguen buscando a sus seres queridos entre los liberados tras la apertura de cárceles como Sednaya, símbolo de los abusos de la dictadura.

Bajo el régimen de Asad, Siria fue uno de los Estados más opresivos de Medio Oriente, y la prisión de Sednaya se convirtió en el epicentro de las violaciones a los derechos humanos. Según la ONU, al menos 60.000 personas murieron bajo tortura o por condiciones deplorables en los centros de detención. El nuevo gobierno enfrenta ahora el desafío de equilibrar las demandas de justicia con la necesidad de prevenir represalias y estabilizar el país tras 13 años de guerra civil.

Mohamad al Bashir, designado como líder de una administración interina, destacó la urgente necesidad de reconstruir la nación. Sin embargo, las arcas estatales están prácticamente vacías, y la economía siria enfrenta un colapso sin precedentes, con una moneda devaluada y escaso acceso a financiamiento internacional. Bashir llamó a los sirios en el exilio a regresar y contribuir a la recuperación del país, que sigue profundamente dividido en líneas étnicas y religiosas.

El mundo observa con cautela los pasos del nuevo liderazgo sirio, mientras las familias de las víctimas y la comunidad internacional esperan justicia para quienes sufrieron bajo la brutalidad del régimen de Asad.