Con una propuesta innovadora y llena de color, jóvenes de Anolaima, Cundinamarca pintan murales en pro de dinamizar el turismo y abrir oportunidades económicas para la comunidad.
El proyecto fue concebido por el neomuralista Diego Acosta, quien lidera un colectivo juvenil comprometido con la recuperación del espacio público a través del arte. “Queremos que Anolaima sea un destino para los capitalinos los fines de semana, que vengan a disfrutar del color, de nuestras frutas y de la experiencia visual que estamos construyendo”, explicó Acosta.
Una de las principales apuestas del proyecto es la creación de las “calles de la fruta”, espacios temáticos e instagramables que destacan la vocación agrícola del municipio, reconocido como la capital frutera de Colombia. Los murales, pintados por jóvenes locales, convierten al pueblo en una galería abierta que promueve la cultura y el turismo responsable.
Además, la propuesta tiene un componente formativo y comunitario. Desde la Casa Campesina, recientemente reactivada, se adelantan procesos de formación artística para jóvenes, quienes integran el “ejército de pintores” encargado de llevar color a cada rincón del municipio. “Este es un trabajo colectivo, que necesita del apoyo de todos”, señaló Acosta.
El impacto del proyecto ya se evidencia en lugares como el Centro de Vida Sensorial, donde los muros intervenidos han revitalizado el ambiente. Denisse Rodríguez, coordinadora del centro, destacó la respuesta positiva de los participantes: “Los chicos están felices, totalmente animados. Este proyecto ha llenado de energía a toda la comunidad”.
‘Anolaima de colores’ se proyecta como una estrategia de desarrollo cultural que promueve el arte como herramienta de transformación territorial.