La Comisión Europea dio luz verde al acuerdo comercial con Mercosur —integrado por Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay— tras más de 20 años de negociaciones. En septiembre de 2025 lo remitió al Consejo de la UE para iniciar el proceso de ratificación.
Este pacto aspira a consolidarse como la mayor área de libre comercio del planeta, abarcando más de 700 millones de consumidores y con potencial de aumentar las exportaciones europeas hasta en un 39 %.
Para mitigar las preocupaciones del sector agrícola —especialmente en Francia y Polonia—, Bruselas incorporó cláusulas de salvaguarda vinculantes. Estas permiten activar investigaciones automáticas si los niveles de importación o los precios amenazan la producción local.
También se incrementó el fondo compensatorio de emergencia a cerca de 1 000 millones de euros anuales, y se incluyó la opción de suspender aranceles si se comprueba un daño real.
A nivel político, aunque Alemania, España, Italia y los Países Bajos han mostrado respaldo condicional al acuerdo, Francia y Polonia mantienen una oposición firme. Polonia incluso busca conformar una minoría de bloqueo para frenar su avance antes de finales de 2025.
El tratado se presenta como una estrategia geopolítica clave para diversificar mercados en un contexto global volátil, en especial frente a las tensiones con Estados Unidos y la creciente influencia china en América Latina.