Un ataque aéreo alcanzó la Iglesia de la Sagrada Familia, único templo católico en la Franja de Gaza, que servía como refugio para desplazados.
El templo, único de su tipo en el enclave palestino, servía de refugio a decenas de civiles, muchos de ellos personas con discapacidad. El ataque se produjo en el contexto de una nueva oleada de bombardeos israelíes sobre la Franja.
La noticia generó inmediata condena por parte del Vaticano, que a través de su oficina de prensa expresó su “dolor y consternación”, y reiteró el llamado del papa Francisco a un alto el fuego. “Rezamos por las víctimas y reiteramos que los lugares de culto deben ser respetados en todo conflicto”, manifestó el portavoz del Vaticano. Por su parte, la primera ministra italiana Giorgia Meloni calificó el hecho como “inaceptable” y exigió responsabilidades internacionales.
Las Fuerzas de Defensa de Israel (FDI) informaron que han iniciado una investigación para esclarecer los hechos y lamentaron el daño causado al recinto religioso, asegurando que no fue un objetivo deliberado y que harán “todo lo posible por proteger a los civiles y su patrimonio religioso” en el marco de sus operaciones militares.
En declaraciones a la cadena israelí Kan, un portavoz militar sostuvo, “Estamos revisando las circunstancias del incidente. Lamentamos profundamente la pérdida de vidas inocentes”.
Este ataque se produce en medio de intensos enfrentamientos en el sur del enclave, donde las FDI han intensificado las operaciones en zonas residenciales bajo el argumento de neutralizar posiciones de Hamas.