En el barrio Camino Real, Guaduas, se encuentra un lugar lleno de misterio conocido como el Alto de la Palmita. Aquí, una piedra peculiar, marcada con una huella de pie grande y clara, ha sido objeto de fascinación y temor. La huella, que revela la impresión de una pisada acompañada de un deslizamiento, es mucho más que una curiosidad geológica, es el centro de una leyenda que ha cautivado a los habitantes del municipio durante años.Según los relatos transmitidos por los ancestros, esta marca en la piedra pertenece al mismísimo Diablo. La leyenda cuenta que, en un momento de travesura, el Diablo se encontraba jugando al tejo, un tradicional juego colombiano, en el Alto de la Palmita. Mientras lanzaba la piedra, un resbalón lo llevó a dejar su huella en la piedra, inmortalizando su paso en el lugar.La historia no se detiene ahí. Se dice que el Diablo, tras este accidente, continuó su recorrido hacia Bogotá, dejando piedras marcadas a su paso por toda la Sabana de Bogotá, incluyendo Facatativá.Los arrieros, figuras prominentes en la región, solían referirse a estas piedras y se reunían en la Pata del Diablo de la Palmita antes de partir en sus viajes matutinos para jugar al tejo.Según las creencias locales, colocar dinero en la huella de la piedra, durante diez minutos, aseguraba la victoria en el juego. Haber visto al Diablo en noches oscuras, jugando al tejo y lanzando maldiciones a los arrieros.Se recomendaba, a quienes se encontrarán con él, que recitaran oraciones o llevaran armas como cuchillos o machetes para protegerse.
Por: Evelin Salazar