La historia de Guatavita está tejida con hilos de traición, dolor y redención. Según la tradición, el cacique Sua, líder de la región, vivía en la laguna con su esposa y su hija. Sua, conocido por su pasión por la chicha y las festividades, descubrió que su esposa había caído en el adulterio con un guerrero rival. El enojo de Sua fue despiadado, sometió al amante a torturas, llegando a presentarle el corazón de este, al infeliz guerrero a su esposa.Desesperada y huyendo con su hija en brazos, la mujer se sumergió en las aguas de la laguna, buscando escapar de la ira de su esposo. Sua ordenó a sus sacerdotes recuperar a su familia, pero los rumores que trajeron de regreso la inquietante noticia la mujer habían encontrado refugio bajo el agua, casada con una gran serpiente.Al recibir a su hija sin ojos, el cacique se hundió en la desesperación. Con un corazón roto y un pueblo en juego, Sua decretó que las mejores esmeraldas y filigranas de oro serían arrojadas a la laguna como ofrendas, en busca de la intercesión de los dioses para asegurar la prosperidad de su gente.Cada luna llena, la serpiente de Guatavita emergía de las aguas como un recordatorio de las ofrendas, un presagio de la prosperidad que el pueblo esperabaCon la llegada de los conquistadores, el ritual de Eldorado tomó un giro inesperado. Durante el ascenso de un nuevo cacique, una balsa decorada con esmero se llenaba de oro y esmeraldas. El heredero, cubierto en una mezcla de tierra y polvo dorado, ofrecía estas riquezas en medio de la laguna, mientras los acompañantes realizaban el mismo ritual. Al desembarcar, la celebración comenzaba con música, danzas y una fiesta que marcaba la transición de poder.La leyenda de Eldorado llevó a expediciones desesperadas por parte de conquistadores ansiosos por descubrir el tesoro prometido. En 1539, tres expediciones provenientes de Perú, Venezuela y Santa Marta convergieron en Guatavita. Estos exploradores, guiados por la codicia y el deseo de desvelar el secreto, intentaron drenar la laguna, un esfuerzo que se convirtió en fallas y fracasos.A lo largo del periodo colonial, los intentos de descubrir el tesoro continuaron, pero nunca se encontraron las riquezas prometidas. La leyenda de Eldorado se convirtió en un símbolo de la eterna búsqueda, un mito que sigue capturando la imaginación de aventureros y buscadores de tesoros hasta el día de hoy.
Por: Evelin Salazar