La tradición de las guacas, que se remonta a las culturas prehispánicas, no solo revela la riqueza material de los antiguos pueblos, sino también un profundo vínculo espiritual con sus deidades y ancestros.El término “guaca”, derivado del quechua, hizo su entrada en el idioma español en 1551. Inicialmente, describía los sepulcros indígenas, que solían estar repletos de valiosos objetos, principalmente piezas de oro.Hoy en día, las guacas no solo son una ventana al pasado precolombino, sino también un símbolo de la búsqueda de fortuna y el anhelo de descubrir tesoros ocultos.Uno de los relatos más célebres de la región está vinculado a Guatavita. En 1560, Andrés Vásquez Molina, un modesto habitante rural, tropezó con un tesoro chibcha en lo que ahora es Guatavita. Este hallazgo transformó su vida, convirtiéndolo en un millonario terrateniente. La Guaca de Guatavita se consolidó, así como un emblema de riqueza inesperada y cambio radical.La historia también nos lleva al siglo XVIII y a la montaña de Monserrate, donde Diego Barreto Topó, un portugués, robó un venado de oro macizo. Al verse rodeado, Barreto arrancó un trozo del venado y escondió el resto, que, según la leyenda, permanece oculto en las faldas de Monserrate, esperando ser encontrado por algún afortunado explorador.En Fusagasugá, la guaca de La Loma de los Muertos revela un sitio ceremonial y funerario importante. Los artefactos encontrados allí, que incluyen cerámica, figuras de oro y restos humanos, muestran el rol central que estas guacas jugaron en las ceremonias espirituales de los antiguos habitantes de la región.Chocontá, por su parte, ha brindado valiosos descubrimientos en forma de urnas funerarias y objetos ceremoniales. Estos hallazgos reflejan la sofisticación de los rituales espirituales de los muiscas y su profundo vínculo con el mundo espiritual.En la región de Bacatá, actual Bogotá, la Guaca del Templo de los Ídolos se destaca por sus estructuras ceremoniales y ofrendas. Este sitio subraya la importancia de las guacas en los rituales y la vida religiosa de los muiscas, sirviendo como un centro vital de actividad espiritual.Cerca de La Candelaria en Bogotá, el “Tesoro de los Muiscas” se descubrió durante excavaciones, proporcionando información valiosa sobre las prácticas funerarias y el arte de la cultura muisca. Aunque no se trata de una guaca específica, este hallazgo ha enriquecido nuestra comprensión de la riqueza cultural de los muiscas.La tradición de buscar tesoros durante la Semana Santa, especialmente el Jueves y Viernes Santo, sigue siendo una práctica viva. Muchos creen que en estos días, los tesoros escondidos en las guacas tienen más posibilidades de revelarse.Equipados con varillas de radiestesia, los buscadores utilizan técnicas antiguas para localizar oro, con la esperanza de hallar un tesoro que cambie sus vidas para siempre.A pesar de que la búsqueda de tesoros ha disminuido, el legado de las guacas sigue fascinando a quienes buscan conectar con las raíces ancestrales. Cundinamarca, con su biodiversidad y riqueza cultural, continúa siendo un destino vibrante y un testimonio de la profunda conexión entre el pasado y el presente.En cada rincón de la región, las guacas permanecen como una prueba silenciosa del esplendor de tiempos antiguos y el anhelo eterno de descubrir lo que yace oculto.
Por: Evelin Salazar