El acuerdo con una duración de dos años, fortalecerá la gestión ambiental y la sostenibilidad productiva del sector curtiembre mediante la consolidación del Centro Tecnológico del Cuero (CTC), ubicado en la vereda San Pedro.
La Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) y la alcaldía de Villapinzón firmaron un convenio interadministrativo con el objetivo de reducir el impacto ambiental generado por la actividad curtidora en la cuenca alta del río Bogotá. Según la CAR, el convenio busca “aunar esfuerzos técnicos y administrativos”, para promover prácticas sostenibles en el sector y avanzar hacia una producción más limpia que beneficie a todo el territorio.
La iniciativa surge tras varios meses de diálogos y llamados de atención a los industriales del cuero, quienes han sido cuestionados por su falta de compromiso en los procesos de reconversión tecnológica. Hace dos semanas, el director de la CAR, Alfred Ballesteros, lanzó una pregunta que generó amplio debate: “¿Serían capaces de darles a beber a sus hijos un vaso del agua que sale de sus curtiembres?” Una reflexión que evidenció la urgencia de tomar medidas frente a la contaminación que históricamente ha afectado el nacimiento del río Bogotá en Villapinzón.
Allí se desarrollarán actividades de formación, análisis de vertimientos, control de calidad ambiental, aprovechamiento de residuos y adopción de tecnologías limpias. Para la CAR, “el Centro Tecnológico del Cuero se convierte en el corazón de este proceso”, al ser un espacio de innovación al servicio del gremio.
Este convenio da cumplimiento a las órdenes del Consejo de Estado en la Sentencia del Río Bogotá (2014), que obliga a la CAR y al municipio a promover la producción más limpia y garantizar la reconversión tecnológica del sector. Además, se articula con el Plan de Acción Cuatrienal 2024–2027 de la CAR, especialmente con la Línea Estratégica 4, enfocada en cultura ambiental y gobernanza territorial.
La alianza entre la Corporación y la alcaldía de Villapinzón reafirma la corresponsabilidad entre entidades públicas, sector productivo y comunidad. A través de esta cooperación se busca que las curtiembres avancen hacia la legalidad ambiental, optimicen el uso del agua, reduzcan sustancias peligrosas y adopten mejores prácticas productivas. Como destacó el director Ballesteros, “pasamos de la preocupación a la acción; hoy avanzamos en una solución técnica y colectiva que beneficiará a toda la cuenca del río Bogotá”.








