A pocas horas de Bogotá, ofrecen paisajes, tradición y turismo sostenible que impulsan el desarrollo local y fortalecen la identidad regional. Este nombre hace referencia tanto a la belleza natural de estos lugares como a su valor histórico, arquitectónico y cultural. Ubicados a pocas horas de Bogotá, estos pueblos son destinos ideales para quienes buscan conocer el corazón de Colombia. Entre los Pueblos Dorados más destacados de Cundinamarca se encuentran lugares como Guaduas, La Vega, Villeta, Nimaima y Tobia, cada uno con su propia identidad y encanto. Guaduas, por ejemplo, es cuna de la heroína Policarpa Salavarrieta y conserva un valioso patrimonio colonial. La Vega y Villeta son conocidos por sus paisajes montañosos, ríos cristalinos y clima cálido, lo que los convierte en destinos turísticos populares. Estos pueblos se caracterizan por una mezcla de historia, naturaleza y tradición. Las calles empedradas, iglesias centenarias y plazas llenas de vida ofrecen una experiencia auténtica. Además, las actividades ecoturísticas como caminatas, rafting, canopy y avistamiento de aves son una gran atracción para los visitantes que buscan aventura en medio de la naturaleza. El proyecto de los Pueblos Dorados en Cundinamarca tiene como objetivo impulsar el desarrollo económico local. Al promover el turismo sostenible, se generan oportunidades para los habitantes, se preservan las tradiciones y se protege el medio ambiente. Los gobiernos locales han trabajado en mejorar la infraestructura y en capacitar a las comunidades para recibir a los turistas con calidad y calidez.
Turismo con propósito, experiencias auténticas, seguras e inolvidables en Tobia
Esta organización transforma el turismo en una experiencia auténtica, sostenible y segura, conectando a los viajeros con la naturaleza y la cultura, mientras garantiza calidad, confianza y respeto por el entorno. Su visión del turismo va más allá del simple desplazamiento; lo consideran una oportunidad para reconectarse con la esencia del entorno, la riqueza natural y las tradiciones culturales que otorgan identidad a cada destino. Por ello, se esfuerzan constantemente por ofrecer experiencias impactantes, significativas y profundamente humanas, sin descuidar aspectos esenciales como la seguridad, la calidad y la mejora continua. Uno de sus mayores logros ha sido la obtención de la Certificación en Calidad Turística, bajo las Normas Técnicas Sectoriales en turismo de aventura y sostenibilidad. Este reconocimiento valida sus procesos internos y, además, reafirma su compromiso con la excelencia y el respeto por el medioambiente. Para esta organización, la sostenibilidad no es únicamente una práctica, sino un valor esencial que guía cada una de sus acciones, garantizando experiencias responsables y coherentes con el entorno. La tranquilidad de sus aliados y clientes es una prioridad; por ello, trabajan con profesionalismo y responsabilidad en cada etapa del servicio. Cuentan con personal altamente capacitado y con protocolos rigurosos para asegurar el bienestar de todos los visitantes. Este enfoque les ha permitido ganarse la confianza de más de 70.000 clientes satisfechos, respaldo que fortalece su trayectoria y compromiso con la calidad. Su experiencia ha sido reconocida incluso por productoras de cine y televisión que han confiado en la empresa para brindar soporte en temas de seguridad durante rodajes. Esta colaboración ha contribuido a perfeccionar aún más sus capacidades logísticas y operativas, posicionándolos como un referente en la implementación de soluciones seguras, efectivas y con resultados positivos. Además, la empresa dispone de una sede campestre completamente dotada, ideal para actividades al aire libre, jornadas empresariales, encuentros familiares o eventos especiales. En este espacio, los visitantes pueden disfrutar de la naturaleza en un entorno controlado, cómodo y acogedor, en el que cada detalle está cuidadosamente diseñado para ofrecer bienestar y satisfacción. Aquí, la aventura se vive con confianza, alegría y una conexión genuina con el entorno.
Villa de las Marías, donde el café despierta sueños a dos horas de Bogotá
Esta finca cafetera ubicada en Anolaima, Cundinamarca, es un destino encantador que ofrece mucho más que un simple paseo. A solo dos horas de Bogotá y a tres kilómetros del centro de Anolaima, Villa de las Marías invita a los visitantes a desconectarse del bullicio de la ciudad y a sumergirse en un mundo donde el café es protagonista. No es que el café aquí provoque insomnio, sino que despierta los sentidos y la imaginación, haciendo soñar despierto con cada sorbo. El recorrido por la finca permite conocer de cerca todo el proceso que hay detrás de cada taza de café. Desde el cultivo cuidadoso de los granos en las montañas de Cundinamarca hasta la recolección manual, el secado y la selección, cada etapa se vive con respeto y pasión por la tradición. Los visitantes pueden apreciar el arduo trabajo de los caficultores, quienes han heredado técnicas ancestrales que garantizan la calidad y el sabor único del café de Villa de las Marías. La experiencia se enriquece con la participación en la Ruta del Café, un recorrido turístico y cultural que conecta a los viajeros con la esencia misma del café colombiano. Esta ruta muestra el proceso productivo y, además, invita a entender cómo el café se ha convertido en un elemento esencial de la identidad local y en un motor económico para las comunidades. La hospitalidad de sus habitantes y la belleza natural del entorno hacen de esta ruta una experiencia completa y auténtica. Al final del recorrido llega el momento más esperado: la cata del café. Allí, los visitantes pueden degustar un café excepcional, cuyas notas y aromas reflejan el cuidado y la dedicación puestos en cada grano. Esta cata no solo deleita el paladar, sino que también conecta emocionalmente a quienes la disfrutan con la tierra, la cultura y las personas que hacen posible este producto tan especial. En definitiva, la finca cafetera Villa de las Marías es un espacio donde la naturaleza, la cultura y la tradición se encuentran para ofrecer una experiencia inolvidable. Para quienes aman el café y desean conocer su historia más allá de la taza, este destino en Anolaima es una invitación a soñar despiertos y a descubrir el alma de un café que es mucho más que una bebida: es una forma de vida.
Trochas, tradición y territorio, una ruta inolvidable por el corazón de Colombia
En esta aventura, recorremos las maravillas del Tequendama y Magdalena Centro en Cundinamarca, atravesando San Martín, Mapiripán, Puerto Gaitán y Puerto López en el Meta, hasta llegar a Paz de Ariporo en el Casanare. Colombia es una tierra que vibra con diversidad, y no hay mejor forma de descubrirla que adentrándose en sus regiones más auténticas.Esta ruta nos abre las puertas a una experiencia única donde se combinan los paisajes, la cultura y la emoción del offroad. Los paisajes andinos nos reciben con su imponente naturaleza: montañas cubiertas de verde, cielos abiertos y reservas naturales que son el refugio de múltiples especies. Desde los primeros kilómetros, el camino se convierte en una travesía para los sentidos. Las vías terciarias, con bajo nivel de dificultad, permiten disfrutar del recorrido en vehículos 4×4, añadiendo el toque aventurero que tanto apasiona a los trocheros. Una parte esencial de esta ruta es el contacto directo con las comunidades. Los pobladores locales nos reciben con una calidez que solo se encuentra en estas tierras, compartiendo sus costumbres, saberes y estilos de vida. Cada parada se convierte en una oportunidad para aprender y conectar: conocer cómo trabajan el campo, cómo celebran sus fiestas y cómo preservan un lenguaje tan diverso como su cultura. Además de la riqueza cultural, la fauna y la flora nos regalan momentos de asombro. En cada tramo es posible avistar aves, mamíferos y especies propias de los ecosistemas llaneros y andinos, todo en su hábitat natural. Estas vivencias fortalecen los lazos con la naturaleza, al tiempo que refuerzan los vínculos familiares y de amistad, ampliando nuestros círculos sociales con otros aventureros apasionados por Colombia. “Trocheros 4×4 por Colombia” no es solo un viaje, es una experiencia transformadora. Nos invita a vivir la tradición llanera en carne propia, sentir la libertad del camino y descubrir lo que nos une como colombianos: la pasión por nuestra tierra. Súmate a esta travesía donde cada kilómetro cuenta una historia y cada parada nos acerca más al alma de nuestro país.
Un paraíso paisa: naturaleza, cultura y bienestar en un solo lugar
En el corazón del paisaje antioqueño se encuentra una finca que es mucho más que un lugar de descanso, es un rincón donde el alma del campo se fusiona con la esencia de la cultura paisa. Con una arquitectura típica de la región, esta finca es el escenario perfecto para desconectarse de la rutina y reconectar con la naturaleza y las tradiciones más auténticas de Antioquia. Diseñada para acoger hasta 35 personas, es ideal para reuniones familiares, escapadas con amigos o retiros empresariales. Su amplia capacidad se complementa con espacios cómodos que invitan al descanso, rodeados de un entorno lleno de verde y aire puro, característico del campo antioqueño. Uno de sus mayores atractivos es la variedad de zonas disponibles para el disfrute de los visitantes. Las zonas verdes permiten caminatas tranquilas, juegos al aire libre y momentos de relajación total. Las zonas húmedas, como la piscina y el jacuzzi, ofrecen un espacio ideal para refrescarse y liberar tensiones bajo el sol o las estrellas. El bienestar también tiene un lugar importante. Áreas de recreación para todas las edades garantizan diversión y conexión, mientras que los espacios de descanso invitan a la relajación profunda. Todo esto enmarcado por un ambiente sereno que favorece el equilibrio entre cuerpo, mente y espíritu. Como valor agregado, los amantes de la naturaleza pueden disfrutar de una experiencia única de avistamiento de aves. La biodiversidad del entorno permite observar una gran variedad de especies en su hábitat natural, haciendo de cada amanecer un espectáculo inolvidable. Esta finca no es solo un destino: es una vivencia que cautiva todos los sentidos.
Camina entre historias de supervivencia y ayuda a salvar vidas silvestres
Se trata de una fundación privada sin ánimo de lucro dedicada a la protección y cuidado de animales rescatados del tráfico ilegal de fauna. Cada vida que recuperan representa una segunda oportunidad para especies que han sido víctimas de maltrato y del comercio ilícito. El objetivo es brindar a estos animales un espacio seguro, adecuado y cercano a su hábitat natural. La fundación permite al público participar en un recorrido general que dura entre dos y dos horas y media, diseñado para generar un vínculo con la naturaleza. Durante la visita, los asistentes pueden conocer a los animales rescatados y acceder a información sobre sus procesos de recuperación. La actividad incluye el ingreso a ecosistemas de inmersión creados para facilitar la comprensión sobre la conservación de entornos naturales. Además, se realiza una caminata guiada de aproximadamente 20 minutos por una montaña cercana, donde se explica el proceso de restauración de flora local y la importancia de preservar los recursos naturales. Cada recorrido representa una actividad educativa y una fuente de apoyo económico para el cuidado de los animales. El valor de la entrada, de 42.000 pesos, contribuye a cubrir gastos como atención médica, alimentación y manejo de bienestar animal. Participar en esta experiencia permite a los visitantes aprender sobre conservación y, al mismo tiempo, apoyar el sostenimiento de los ejemplares protegidos y las acciones de rehabilitación ambiental. .
Guatavita: recorrido entre montañas, tradición y agua
Guatavita, en el departamento de Cundinamarca, es un destino cargado de historia, misticismo y belleza natural. Este recorrido comienza en el Cerro de Montecillo, un sitio emblemático por su riqueza paisajística y su valor simbólico para las culturas indígenas que habitaron la región. Desde la cima se pueden apreciar vistas panorámicas del embalse de Tominé y los alrededores, mientras se respira el aire puro de las montañas andinas. Desde el cerro, el recorrido desciende hacia el casco urbano de Guatavita, un pueblo reconstruido tras la creación del embalse que cubrió el antiguo asentamiento. Su arquitectura blanca, de estilo colonial moderno, calles empedradas y ambiente tranquilo ofrecen una experiencia acogedora para los visitantes. Aquí es posible disfrutar de la gastronomía local, artesanías típicas y del contacto directo con la cultura del altiplano cundiboyacense. Uno de los puntos destacados del trayecto es el Museo Indígena, un espacio dedicado a la memoria y cosmovisión de los muiscas, pueblo ancestral de la región. En este museo se encuentran piezas, representaciones y narraciones sobre su forma de vida, rituales y su conexión con la naturaleza. Este lugar funciona como puente entre el pasado prehispánico y la identidad cultural contemporánea del municipio. La ruta continúa hacia el embalse de Tominé y, bordeándolo, se llega a la vereda de Tominé de Indios, lugar que conserva gran parte del espíritu rural y tradicional de la zona. El paisaje es sereno y propicio para la reflexión, el descanso o la fotografía. Este lugar también es adecuado para pasar la noche en hospedajes rurales o en campamentos acondicionados, disfrutando del cielo estrellado y el silencio de la naturaleza. Alternativamente, el recorrido puede invertirse: comenzar en la vereda de Tominé y ascender hasta el casco urbano de Guatavita, permitiendo una aproximación distinta al entorno. Ya sea desde la historia indígena o desde la conexión con la naturaleza, este viaje ofrece una experiencia de dos días y una noche que articula lo espiritual, lo histórico y lo natural.
Gachancipá celebra sus raíces en el Museo Campesino
En el corazón de la vereda San José, a solo 8 kilómetros del casco urbano de Gachancipá, Cundinamarca, se encuentra el Museo Campesino, un espacio dedicado a preservar y celebrar la vida rural colombiana. Fundado por María Lilia Jiménez y su hija Yadira, este museo es una casa de bahareque construida hace más de 130 años, que ofrece a los visitantes una experiencia inmersiva en las costumbres y saberes del campo. El museo se destaca por su enfoque en la sostenibilidad y la preservación del patrimonio cultural. Desde 2015, ha sido guardián de semillas nativas como maíz, fríjoles, quinua y papas, esenciales para la soberanía alimentaria de la región. Los visitantes pueden participar en actividades que van desde la preparación del terreno hasta la elaboración de platos tradicionales utilizando estos ingredientes, fomentando un turismo gastronómico responsable y consciente. En reconocimiento a su labor, el Museo Campesino recibió el Premio Excelencias Turísticas 2024 en la categoría Gourmet, otorgado en la Feria Internacional de Turismo de Madrid (Fitur). Este galardón resalta su contribución al rescate y difusión de los sabores tradicionales colombianos, posicionándolo como un referente del turismo rural y gastronómico en Cundinamarca. Además de su valor cultural, el museo promueve la economía circular y la participación comunitaria. La vinculación de la comunidad local en las actividades del museo fortalece el tejido social y contribuye al desarrollo sostenible de la región. La implementación de prácticas ecológicas y la oferta de experiencias turísticas auténticas hacen del Museo Campesino un destino imperdible para quienes buscan conectar con la esencia del campo colombiano. Para visitar el museo, se recomienda hacer una reserva previa a través de su página web o contactando al número proporcionado. Con su enfoque en la tradición, la sostenibilidad y la comunidad, el Museo Campesino de Gachancipá continúa siendo un testimonio vivo de la riqueza cultural y gastronómica del campo colombiano.
Apulo, tradición, descanso y estilo a solo dos horas de Bogotá
Ubicado en la provincia de Tequendama, en el departamento de Cundinamarca, Apulo es un municipio colombiano que destaca por su riqueza natural, su valor histórico y su creciente atractivo turístico. Con una ubicación privilegiada y un clima cálido, este destino se ha consolidado como uno de los favoritos para quienes buscan un espacio de descanso cercano a Bogotá. La economía de Apulo gira en torno a cuatro sectores principales: la agricultura, la ganadería, la minería y el turismo. Gracias a su tierra fértil y condiciones climáticas favorables, la producción agrícola es diversa y abundante. La ganadería, por su parte, complementa la vida rural del municipio, mientras que el turismo se convierte en una fuente de desarrollo sostenible, especialmente por la creciente demanda de visitantes que llegan en busca de naturaleza y tranquilidad. El encanto de Apulo también reside en su arquitectura colonial, que se conserva como testimonio de su historia y tradiciones. Pasear por sus calles permite a los visitantes conectar con el pasado y admirar construcciones que han resistido el paso del tiempo. Además, los paisajes naturales son un verdadero tesoro: lugares como la Cascada La Chorrera o las aguas termales ofrecen experiencias únicas para los amantes de la naturaleza. Uno de los espacios de hospedaje más representativos de este equilibrio entre naturaleza y confort es Yuluka. Este concepto de alojamiento se enfoca en brindar elegancia y comodidad a un precio justo, en un ambiente familiar que hace sentir al huésped como en casa. Sus instalaciones están diseñadas para resaltar lo mejor del clima cálido y los paisajes naturales de Apulo, permitiendo un descanso total en medio de la naturaleza. Llegar a Apulo es sencillo: desde Bogotá se toma la vía que conduce a Girardot, pasando por los municipios de La Mesa y Anapoima. El recorrido tiene una duración aproximada de dos horas y media, lo que lo convierte en un destino ideal para una escapada de fin de semana. Ya sea por su oferta turística, su valor cultural o su conexión con la naturaleza, Apulo es una joya de Cundinamarca que merece ser descubierta.
Tradición, naturaleza y sabor te esperan en Kiosko Panche en El Colegio
Ubicado en la Vereda Trujillo, a las afueras del pintoresco municipio de El Colegio, el restaurante campestre Kiosko Panche Mesitas se ha consolidado como un refugio de tranquilidad, tradición y sabor. Este encantador lugar combina lo mejor del paisaje rural colombiano con una propuesta gastronómica auténtica, convirtiéndose en un destino ideal para familias, amigos y amantes de la naturaleza. El restaurante está rodeado de una exuberante vegetación que invita al descanso y la contemplación. Sus lagos naturales no solo embellecen el entorno, sino que también permiten a los visitantes disfrutar de una experiencia única de pesca recreativa. La interacción con animales de granja, como gallinas, cabras y conejos, ofrece un contacto directo con la vida rural, especialmente enriquecedor para los más pequeños. La arquitectura del Kiosko, construida en guadua y materiales tradicionales, refleja el respeto por el entorno y las raíces culturales. Este diseño rústico, en armonía con la naturaleza, crea una atmósfera acogedora y relajante. Aquí, la comida cobra un protagonismo especial: platos típicos colombianos, preparados con ingredientes frescos y locales, conquistan los paladares con sabores caseros y generosos. Más que un restaurante, Kiosko Panche Mesitas es una experiencia que invita a reconectarse con lo esencial. Es un lugar para respirar aire puro, compartir en familia, aprender del campo y saborear la tradición. Visitarlo es vivir momentos inolvidables en contacto con la tierra, la cultura y la calidez de la gente.