La emergencia ambiental por la llegada de la primera temporada seca en Colombia fue advertida este 29 de diciembre por la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR), que pidió a alcaldes de Cundinamarca, Boyacá y Bogotá activar planes de contingencia ante el aumento de temperaturas, la alta radiación solar y la disminución de lluvias previstas por el IDEAM para inicios de 2026.
La emergencia ambiental se activa tras el cierre de la temporada de lluvias y el inicio del periodo seco, un escenario que incrementa de forma directa la ocurrencia de incendios forestales y la presión sobre los sistemas de abastecimiento de agua. La CAR advirtió que las altas temperaturas, sumadas a la radiación solar y a la sequedad de la vegetación, elevan el riesgo de conflagraciones, especialmente en zonas rurales y de reserva forestal.
En una comunicación enviada a los alcaldes de 98 municipios de Cundinamarca, seis de Boyacá y la zona rural del Distrito Capital, el director de la CAR, Alfred Ignacio Ballesteros, solicitó mantener activos los planes de gestión del riesgo y evaluar la capacidad de respuesta de bomberos, Defensa Civil y empresas de servicios públicos ante cualquier emergencia climática.
Según el IDEAM, la temporada seca que se inicia reducirá significativamente los aportes hídricos a los embalses, lo que podría afectar los sistemas de regulación que abastecen a Bogotá y a la Sabana. Por esta razón, la CAR pidió revisar el estado de los acueductos, anticipar horas pico de consumo, fortalecer las fuentes alternas y promover desde ya campañas de uso eficiente del agua.
La alerta no es teórica. En abril de 2024, Bogotá enfrentó una de las crisis hídricas más severas de su historia reciente. El 11 de abril, el alcalde Carlos Fernando Galán decretó el racionamiento de agua luego de que los niveles del sistema Chingaza, principal fuente de abastecimiento de la capital, cayeran a mínimos críticos por la prolongada sequía y la disminución de lluvias.
El racionamiento implicó cortes programados de agua por zonas, que se rotaban cada nueve días y afectaron a millones de habitantes en casi todas las localidades de la ciudad, con excepción de Sumapaz y Usme, además de varios municipios de la Sabana.
La medida se mantuvo durante cerca de un año, impactando hogares, colegios, hospitales, comercio e industria, y obligando a cambiar hábitos de consumo en toda la región. A la par del desabastecimiento, 2024 también estuvo marcado por decenas de incendios forestales en los cerros orientales, la Sabana y áreas rurales de Cundinamarca, que consumieron cientos de hectáreas y pusieron en riesgo fuentes hídricas estratégicas, obligando a desplegar recursos extraordinarios de atención de emergencias.
“Estar preparados evita que se repita una crisis como la que vivimos en 2024”, reiteró Ballesteros, al subrayar que una planificación anticipada, el control de quemas y el ahorro de agua pueden marcar la diferencia en los primeros meses de 2026.








