El municipio del Alto Magdalena combina un clima cálido y una tradición agrícola que lo proyecta como un destino rural en transformación.
Ubicado a poco más de dos horas de Bogotá, Jerusalén se levanta entre montañas suaves, tierras fértiles y un entorno marcado por temperaturas que figuran entre las más altas del departamento. Su casco urbano, asentado a más de 350 metros sobre el nivel del mar, conserva el ritmo tranquilo y el fuerte arraigo rural que lo han caracterizado desde su fundación.
La historia del municipio se remonta a la antigua hacienda Casasviejas, donde a mediados del siglo XIX comenzó a consolidarse un asentamiento que luego sería reconocido oficialmente como Jerusalén. Aunque su población es reducida, mantiene una identidad comunitaria sólida, visible en sus labores agrícolas, en el paisaje de sus veredas y en una vida cotidiana que transcurre sin prisa.
La economía local se sostiene en cultivos de plátano, yuca y maíz, además de la ganadería y la producción de lácteos. Estas actividades han moldeado el carácter del municipio y han preservado sus tradiciones campesinas, presentes también en ferias, encuentros comunitarios y celebraciones religiosas. Una de las más emblemáticas es la festividad en honor a San Roque, que reúne a habitantes y visitantes en procesiones, muestras artesanales, música y espacios de convivencia.
Aunque su esencia es rural, Jerusalén ha llamado la atención en los últimos años por una iniciativa que transformó su panorama: la implementación de un sistema de conectividad que lo proyectó como un municipio ecosostenible y digital. Este avance permitió acceso continuo a internet en el área urbana y se convirtió en un referente para otras poblaciones de la región interesadas en modernizar sus servicios.
El territorio ofrece escenarios ideales para el turismo ecológico y el descanso. Caminos de tierra, quebradas, el Río Seco y miradores naturales como el Cerro de San Roque permiten recorrer la zona y apreciar sus valles cálidos, atractivos para quienes buscan tranquilidad lejos de la ciudad. La combinación de naturaleza, clima tropical y tradiciones locales ha incrementado el interés de viajeros que prefieren experiencias cercanas y auténticas.
Jerusalén es, así, un punto donde la historia rural, la cultura comunitaria y los esfuerzos por modernizarse conviven en equilibrio. Un municipio pequeño en tamaño, pero amplio en identidad, paisaje y posibilidades para quienes desean descubrir un Cundinamarca distinto.








