El municipio combina paisajes del Parque Chingaza, tradiciones muiscas y una gastronomía artesanal que atrae a viajeros de todo el país.
A tan solo hora y media de la capital, Fómeque presenta un paisaje montañoso que combina tradición, cultura y biodiversidad. Su nombre proviene del idioma muisca y significa “lugar donde hay agua”, una descripción que corresponde a un territorio atravesado por quebradas, lagunas y senderos naturales que abastecen parte del sistema hídrico de la región.
Casi la mitad de su extensión pertenece al Parque Nacional Natural Chingaza, uno de los ecosistemas más importantes del país. Allí se pueden realizar caminatas ecológicas, avistamiento de aves y recorridos guiados entre frailejones y páramos. Desde sus miradores se observan las lagunas de Siecha y Chingaza, puntos representativos del turismo ambiental.
En el casco urbano se encuentra la iglesia de la Inmaculada Concepción, ubicada en la plaza principal, considerada un referente arquitectónico del municipio. En los alrededores se ofrece gastronomía local con amasijos típicos como las arepas de maíz pelao, el pan de sagú y las almojábanas, elaboradas en hornos de barro.
Fómeque también es escenario de tradiciones que mantienen viva su identidad cultural. El Festival del Amasijo reúne cada año a campesinos, productores y visitantes en una jornada que incluye música carranguera, danzas y muestras artesanales.
En las zonas rurales hay rutas hacia cascadas y senderos ideales para actividades de ecoturismo y fotografía, como las veredas Lagunablanca y Mundo Nuevo, reconocidas por sus vistas panorámicas.
El municipio conserva una economía basada en la agricultura y la avicultura, con cultivos de hortalizas, flores y frutas de clima frío que reflejan el trabajo y la organización de su comunidad.








