Ubicado a 100 kilómetros de Bogotá, el municipio destaca por su legado como lazareto y por su oferta cultural y gastronómica para visitantes.
El 10 de agosto de 1870 se fundó el lazareto de Agua de Dios, cuando pacientes con enfermedad de Hansen fueron trasladados desde otras poblaciones a terrenos adquiridos por el Estado en el valle del río Bogotá. En 1901, la población fue cercada con alambres y retenes para limitar el contacto con el exterior. La Ley 148 de 1961 puso fin al aislamiento obligatorio y permitió la reintegración progresiva de los habitantes afectados.
El municipio debe su nombre a los nacimientos de agua conocidos como Los Chorros, cuyas aguas termales fueron consideradas con propiedades curativas. Con una temperatura promedio de 27 °C y una extensión superior a 80 km², Agua de Dios ofrece condiciones favorables para el descanso, la exploración cultural y el turismo termal.
El legado histórico del sanatorio se complementa con museos dedicados a la memoria de la enfermedad, así como con construcciones patrimoniales declaradas patrimonio histórico y cultural de la nación en 2011. Entre estos se destacan el Museo Médico de Agua de Dios y el Puente de los Suspiros, que forman parte de un circuito arquitectónico de interés para los visitantes.
La oferta gastronómica incluye productos típicos del clima cálido, como frutas tropicales, tamal, lechona y empanadas de arroz, consumidos durante festividades y ferias locales. La agricultura, el comercio y el turismo son motores económicos de la región, que continúa consolidándose como un destino cultural y natural cercano a Bogotá.
Agua de Dios combina memoria histórica, patrimonio arquitectónico y recursos naturales, consolidándose como una parada esencial en la ruta turística y cultural de Cundinamarca.








