El icónico escenario cumple cuatro décadas de existencia, un espacio donde la palabra y el arte se convierten en puente para la memoria, la reflexión y la construcción de paz en Colombia.
En medio de la cotidianidad marcada por titulares y noticias, hay espacios que detienen el tiempo para mirar más allá de lo inmediato. Uno de ellos es el ‘Teatro Petra’, que este año celebra 40 años de historia, bajo la dirección de Fabio Rubiano, un creador que ha hecho del escenario un lugar para dialogar con la realidad, sanar heridas y sembrar memoria.
El dramaturgo reconoce que la conmemoración se ha aplazado por giras, temporadas y estrenos, aunque la verdadera celebración habita en cada función. “Las obras de teatro, el arte en general, pero particularmente mi oficio, que es el teatro, siempre hablan de su época, así no traten temas de la época”, afirma Rubiano, convencido de que toda obra es reflejo de su tiempo y guarda un registro de lo que viven las sociedades.
Para él, la paz no se construye únicamente en los estrados judiciales o en los acuerdos políticos, también se moldea en la escena, cuando personajes inspirados en víctimas o responsables de hechos atroces invitan a mirar más allá de la superficie. “Hay que detenerse en ciertos momentos, en ciertos elementos, y empezar a ver el corazón de las personas que hicieron eso o que sufrieron eso”, explica, resaltando que la empatía nace al comprender las vidas íntimas detrás de la guerra.
Rubiano asegura que apartarse de la realidad es casi imposible, especialmente en un país donde la violencia se convierte a diario en paisaje noticioso. Por eso, cada montaje propone un respiro para cuestionar, observar y sentir. “El teatro no necesariamente compite con los noticieros, pero sí hace reflexiones sobre la realidad”, sostiene, resaltando que la escena abre preguntas que rara vez aparecen en los titulares.
Uno de los mayores retos para el ‘Teatro Petra’ fue el trabajo realizado con la Jurisdicción Especial para la Paz. El escenario se convirtió en punto de encuentro entre relatos de víctimas, fuerzas militares y excombatientes, una tarea que exigió equilibrio y sensibilidad. “Era un reto impresionante… alguien tiene quejuzgar los crímenes de las fuerzas militares y de la guerrilla, entonces, ¿cómo toma uno eso?”, recuerda Rubiano, consciente de que la responsabilidad del teatro es abrir caminos para el entendimiento.
La historia del Teatro Petra enseña que la cultura es también justicia y reconciliación, en un país donde la violencia aún acompaña los días de cada uno de los colombianos, este escenario sigue siendo un territorio de memoria y dignidad que nos recuerda que la paz no se decreta, se construye con sensibilidad, escucha y compromiso colectivo.