En medio de una creciente tensión política y a menos de un mes de la segunda vuelta presidencial, Daniel Noboa y Luisa González se enfrentaron este domingo 23 de marzo en un nuevo debate obligatorio televisado, el cual dejó más acusaciones que propuestas y reflejó la polarización que vive Ecuador
Durante más de dos horas de encuentro, la dinámica giró en torno a ataques personales, reproches por corrupción y frases repetidas, mientras se abordaban los ejes de seguridad, economía, educación, salud y gobernabilidad. González, del movimiento Revolución Ciudadana, cuestionó duramente los resultados del actual presidente Noboa en su corto mandato, y lo acusó de no haber frenado el auge de la violencia. Noboa, por su parte, lanzó críticas contra el correísmo, sugiriendo que su rival representa un retroceso.
Uno de los momentos más tensos fue cuando el mandatario preguntó directamente a González si reconocería al gobierno de Nicolás Maduro en Venezuela. La candidata respondió que sí, justificando su posición como una medida necesaria para facilitar la repatriación de ciudadanos venezolanos sin estatus regular. La afirmación generó reacciones tanto en redes sociales como en sectores políticos, y evidenció el enfoque electoral sobre el tema migratorio.
En seguridad, el tema más sensible de la campaña, ambos mostraron vacíos. Pese a los esfuerzos del Gobierno con el control militar, las cifras siguen siendo alarmantes. González mencionó el informe de InSight Crime que ubica a Ecuador como el país más violento de Sudamérica, con más de 1.000 homicidios registrados entre enero y febrero de 2025, mientras que Noboa defendió su política de contención como un avance “que requiere continuidad”.
Analistas como Michelle Maffei y Oswaldo Landázuri coincidieron en que el debate no estuvo a la altura del momento que vive el país. “Faltó visión, faltó fondo. No se explicaron planes reales ni se mostraron caminos claros para salir de la crisis”, señaló Maffei en declaraciones a CNN. Landázuri, por su parte, destacó que la economía fue abordada con superficialidad, sin contrastes ni propuestas técnicas sólidas.
Con el electorado dividido y un escenario de segunda vuelta aún incierto, el debate dejó más dudas que certezas. La próxima semana se retomarán los recorridos de campaña, en un país donde la seguridad, el empleo y la desconfianza institucional dominan la conversación pública.